La
arquitectura militar que se desarrolló en España durante la guerra
civil es uno de los aspectos mas olvidados y menos estudiados de la
historia reciente de nuestro país. En esta entrada quiero presentar
un caso claro de esta indiferencia por una parte muy significativa de
la guerra, como son las propias construcciones de guerra,
construcciones de gran valor, que representan la aplicación de los
avances legados de la Revolución industrial. Con nuevos materiales y
técnicas en este caso aplicadas al terreno bélico.
En
este caso hablaremos de las casamatas existentes en Lorca,
concretamente en la diputación de Purias, estas se ubican en las
cercanías de la antigua Venta de Purias, en un lugar conocido como
“El Portajo”, en la vieja carretera que unía Lorca y Águilas,
antes de la construcción de la autovía. Estas se sitúan
aproximadamente en el km 73 y ocupaban una extensión de 3 kilómetros
cuadrados sobre las lomas del Molino de la Luz, el barranco de las
minas y La Arriería. En un entorno que aunque con el paso del tiempo
ha sufrido importantes transformaciones, sigue manteniendo parte del
aspecto de los años de la guerra.
De
esta manera, una vez fracasada la sublevación nacional en la Región
de Murcia, se llevó a cabo desde 1936 y casi hasta el final de la
contienda, un Proyecto de Defensa Terrestre basado en la construcción
de lineas sucesivas y concéntricas de defensa que debían cortar las
principales vías de comunicación y carreteras del interior hacia
Cartagena. Ciudad de la que, como en anteriores entradas hemos visto,
dependía gran parte de la suerte del sureste español en la guerra.
Por tanto el sistema defensivo debía abarcar desde el puerto de
Águilas hasta Gurdamar en Alicante y desde el Valle del Guadalentín
hasta el del Segura por el interior. En este contexto, el nuevo
sistema defensivo traería consigo importantes avances y teorías muy
novedosas en lo que a fortificación se refería. El sistema
defensivo se articularía en “Centros de Resistencia” que
cubrirían las principales carreteras que llevaban de la costa de
Águilas hacia el interior y por las vías principales de
comunicación que enlazaban con Cartagena. Estos núcleos de
resistencia se basarían por tanto en posiciones fijas de nidos de
ametralladoras o casamatas que permitirían bloquear el paso al
invasor.
Plano de la línea defensiva terrestre.
[Imagen Extraída de Revista Alberca nº6]
Las
construcciones de esta gran línea defensiva empezaron ya en 1936 y
se desarrollará en distintas fases a lo largo de la guerra y hasta
los dos primeros meses de 1939. En 1938 se ordenaba la
intensificación de las obras de fortificación en los pasos
carretera que conectaban Lorca y la Base Naval por la Sierra de
Almenara, por lo que podríamos situar la fecha de la construcción
de las casamatas de Purias en este año.
Este
centro de resistencia se pensó articular desde un principio en torno
a tres nidos de ametralladoras o casamatas, construidas en acero y
hormigón armado, disponiéndose a su alrededor diversas estructuras
complementarias de defensa como franjas de trinchera, depósitos de
munición, nidos de ametralladoras a barbeta o ramales de
comunicación. Pero de las tres casamatas, solo llegaron a
construirse dos, separadas entre si por unos 500 metros. Estas
construcciones son muy significativas, ya que se alejaban del modelo
de construcción defensiva seguida durante los años 20 y siendo más
parecida a las que se estaban construyendo en otros países europeos,
aunque bastante más modestas. De manera que ambas suponen un
importante avance con respecto a las frecuentes casamatas para dos
máquinas que se construyeron en otras zonas de la región y que
estaban más extendidas a nivel nacional, siendo estas para cuatro
máquinas.
Nido de ametralladoras o casamata para 4 máquinas a escala 1:40
[Imagen extraída de Revista Alberca nº6]
Estas
casamatas eran grandes concentraciones de armas de fuego y su modelo
era bastante innovador, ya que estas serían de las escasos fortines
construidos en toda España que tenían mas de una tronera para armas
automáticas. Aunque estas construcciones no cumplieron con su
cometido defensivo como última línea de resistencia de la
República, ya que, en ningún momento de la guerra llegó a estar
ocupada por ninguna guarnición, ni armada. Ya que no se dio ningún
tipo de enfrentamiento en esta zona. La desintegración de los
órganos de poder republicanos en los últimos momentos de la guerra
dieron al traste con esta función para la que se concibieron.
Aun
así, estas casamatas son parte viva del patrimonio de la Guerra
Civil y sorprende el desinterés mostrado hacia ellas por el ámbito
académico, siendo las únicas investigaciones llevadas a cabo por
instancias locales y por las propias administraciones, con una
actuación lenta e indecisa. Muestra de esto es que cuando se incluyó
este complejo en el catálogo de Bienes Inmuebles de Carácter
Etnográfico y Tradicional del Termino Municipal de Lorca, solo se
incluyó una de las casamatas, olvidando la segunda y todas las
construcciones auxiliares.
El
deterioro y el abandono, son el triste final al que por ahora se ven
sometidas estas casamatas, de gran singularidad y valor patrimonial,
ya que son escasos los complejos defensivos de la Guerra Civil que
aún se conservan enteros. Para una evidencia viva de la construcción
bélica, espacios destinados a la resistencia a ultranza y
testimonios de las emociones y las vivencias de los soldados que en
ellas combatieron. En resumidas cuentas, otro ejemplo de desprecio a
la memoria viva y material de la Guerra Civil.
Para
saber mas:
FERNÁNDEZ
GUIRAO, FRANCISCO JOSÉ Y TOMBERGS ANTOINE, REBECCA: Arquitectura
militar de la Guerra Civil en Murcia. Una fortificación olvidada:
las casamatas de la venta de Purias. Alberca: Revista de la
Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, nº6, 2008.
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