domingo, 5 de enero de 2020
jueves, 2 de enero de 2020
Las Casamatas de la venta de Purias: Un ejemplo olvidado de arquitectura militar de la Guerra Civil
La
arquitectura militar que se desarrolló en España durante la guerra
civil es uno de los aspectos mas olvidados y menos estudiados de la
historia reciente de nuestro país. En esta entrada quiero presentar
un caso claro de esta indiferencia por una parte muy significativa de
la guerra, como son las propias construcciones de guerra,
construcciones de gran valor, que representan la aplicación de los
avances legados de la Revolución industrial. Con nuevos materiales y
técnicas en este caso aplicadas al terreno bélico.
En
este caso hablaremos de las casamatas existentes en Lorca,
concretamente en la diputación de Purias, estas se ubican en las
cercanías de la antigua Venta de Purias, en un lugar conocido como
“El Portajo”, en la vieja carretera que unía Lorca y Águilas,
antes de la construcción de la autovía. Estas se sitúan
aproximadamente en el km 73 y ocupaban una extensión de 3 kilómetros
cuadrados sobre las lomas del Molino de la Luz, el barranco de las
minas y La Arriería. En un entorno que aunque con el paso del tiempo
ha sufrido importantes transformaciones, sigue manteniendo parte del
aspecto de los años de la guerra.
De
esta manera, una vez fracasada la sublevación nacional en la Región
de Murcia, se llevó a cabo desde 1936 y casi hasta el final de la
contienda, un Proyecto de Defensa Terrestre basado en la construcción
de lineas sucesivas y concéntricas de defensa que debían cortar las
principales vías de comunicación y carreteras del interior hacia
Cartagena. Ciudad de la que, como en anteriores entradas hemos visto,
dependía gran parte de la suerte del sureste español en la guerra.
Por tanto el sistema defensivo debía abarcar desde el puerto de
Águilas hasta Gurdamar en Alicante y desde el Valle del Guadalentín
hasta el del Segura por el interior. En este contexto, el nuevo
sistema defensivo traería consigo importantes avances y teorías muy
novedosas en lo que a fortificación se refería. El sistema
defensivo se articularía en “Centros de Resistencia” que
cubrirían las principales carreteras que llevaban de la costa de
Águilas hacia el interior y por las vías principales de
comunicación que enlazaban con Cartagena. Estos núcleos de
resistencia se basarían por tanto en posiciones fijas de nidos de
ametralladoras o casamatas que permitirían bloquear el paso al
invasor.
Plano de la línea defensiva terrestre.
[Imagen Extraída de Revista Alberca nº6]
Las
construcciones de esta gran línea defensiva empezaron ya en 1936 y
se desarrollará en distintas fases a lo largo de la guerra y hasta
los dos primeros meses de 1939. En 1938 se ordenaba la
intensificación de las obras de fortificación en los pasos
carretera que conectaban Lorca y la Base Naval por la Sierra de
Almenara, por lo que podríamos situar la fecha de la construcción
de las casamatas de Purias en este año.
Este
centro de resistencia se pensó articular desde un principio en torno
a tres nidos de ametralladoras o casamatas, construidas en acero y
hormigón armado, disponiéndose a su alrededor diversas estructuras
complementarias de defensa como franjas de trinchera, depósitos de
munición, nidos de ametralladoras a barbeta o ramales de
comunicación. Pero de las tres casamatas, solo llegaron a
construirse dos, separadas entre si por unos 500 metros. Estas
construcciones son muy significativas, ya que se alejaban del modelo
de construcción defensiva seguida durante los años 20 y siendo más
parecida a las que se estaban construyendo en otros países europeos,
aunque bastante más modestas. De manera que ambas suponen un
importante avance con respecto a las frecuentes casamatas para dos
máquinas que se construyeron en otras zonas de la región y que
estaban más extendidas a nivel nacional, siendo estas para cuatro
máquinas.
Nido de ametralladoras o casamata para 4 máquinas a escala 1:40
[Imagen extraída de Revista Alberca nº6]
Estas
casamatas eran grandes concentraciones de armas de fuego y su modelo
era bastante innovador, ya que estas serían de las escasos fortines
construidos en toda España que tenían mas de una tronera para armas
automáticas. Aunque estas construcciones no cumplieron con su
cometido defensivo como última línea de resistencia de la
República, ya que, en ningún momento de la guerra llegó a estar
ocupada por ninguna guarnición, ni armada. Ya que no se dio ningún
tipo de enfrentamiento en esta zona. La desintegración de los
órganos de poder republicanos en los últimos momentos de la guerra
dieron al traste con esta función para la que se concibieron.
Aun
así, estas casamatas son parte viva del patrimonio de la Guerra
Civil y sorprende el desinterés mostrado hacia ellas por el ámbito
académico, siendo las únicas investigaciones llevadas a cabo por
instancias locales y por las propias administraciones, con una
actuación lenta e indecisa. Muestra de esto es que cuando se incluyó
este complejo en el catálogo de Bienes Inmuebles de Carácter
Etnográfico y Tradicional del Termino Municipal de Lorca, solo se
incluyó una de las casamatas, olvidando la segunda y todas las
construcciones auxiliares.
El
deterioro y el abandono, son el triste final al que por ahora se ven
sometidas estas casamatas, de gran singularidad y valor patrimonial,
ya que son escasos los complejos defensivos de la Guerra Civil que
aún se conservan enteros. Para una evidencia viva de la construcción
bélica, espacios destinados a la resistencia a ultranza y
testimonios de las emociones y las vivencias de los soldados que en
ellas combatieron. En resumidas cuentas, otro ejemplo de desprecio a
la memoria viva y material de la Guerra Civil.
Para
saber mas:
FERNÁNDEZ
GUIRAO, FRANCISCO JOSÉ Y TOMBERGS ANTOINE, REBECCA: Arquitectura
militar de la Guerra Civil en Murcia. Una fortificación olvidada:
las casamatas de la venta de Purias. Alberca: Revista de la
Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, nº6, 2008.
martes, 31 de diciembre de 2019
La Prisión Provincial de Murcia o Cárcel Vieja: Un ejemplo de lugar de memoria histórica de la Guerra Civil y la Dictadura.
Como
hemos señalado con anterioridad, este blog no iba a tratar
únicamente de presentar distintos lugares aislados, que por su valor
histórico, formaran parte de la memoria colectiva de nuestra región
o de su patrimonio. Pero el caso de la Prisión Provincial, es en
efecto un ejemplo de lo anterior. Tanto por la importancia que este
edificio tienen como elemento identitario de la sociedad murciana,
como por la necesidad de reivindicar su importancia, después de
largos años de abandono, desde que el edificio perdió su función
original hasta 1980.
En
este largo periodo de abandono, el edificio ha sobrevivido a varios
intentos de demolición total, y a otros de demolición parcial, que
en algunos casos habrían supuesto también una renovación y
recuperación del edificio. Sin embargo, hasta día de hoy, la
Prisión Provincial, situada en el número 2 de la Avenida Primo de
Rivera, formando parte del entramado urbano de un punto neurálgico
de la ciudad como es la Plaza Circular. Esperando en estado de ruina,
hasta que por fin se ha puesto en marcha un plan efectivo para su
rehabilitación, respetando en todo lo posible su estructura y forma
original.
La
construcción de la Prisión Provincial se planteo en el 1922, con el
objetivo de que el nuevo centro penitenciario sustituyera en su
función a la cárcel de la Misericordia Nueva, que se ubicaba en el
paseo de Garay. La construcción finalizó en 1927 y fue inaugurada
el 26 de Mayo de 1929, encontrándose en este momento a las afueras
del casco histórico de Murcia. A partir de este momento la Prisión
Provincial pasó a ser el centro penitenciario principal de la
Región, con una capacidad de hasta 400 reclusos. De manera que
durante la II República y la Guerra Civil, la Prisión Provincial
fue también el principal centro penitenciario republicano.
Sin
embargo, fue al término de la guerra y en el contexto de represalias
políticas impulsadas por el Nuevo Régimen cuando este edificio
adquirió un mayor protagonismo, estos fueron los años en que quedó
grabado por su significación política en la memoria colectiva de
Murcia, como símbolo de la represión franquista. En estos años de
posguerra, la cárcel vieja fue el principal centro de internamiento
de rojos, republicanos y en definitiva, presos políticos. Estando
también habilitados a este efecto en la ciudad los conventos de las
Isabelas y las Angustias. En ella, se estimó que llegaron a
coincidir más de 3000 presos, a la espera de juicios sumarísimos.
Por
tanto las condiciones de vida de los presos eran realmente duras, el
hacinamiento provocaba que muchos presos tuvieran que dormir a la
intemperie en los patios, una gran escasez de alimentos que provocaba
gran cantidad de muertes por hambre y unas precarias condiciones de
higiene que hacían proliferar las enfermedades como el tifus, la
hepatitis, el tracoma, gastritis, etc. A lo que tendríamos que
añadir los fusilamientos que se realizaban en los mismos patios de
la presión, delante del resto de presos, teniendo estos que caminar
después por encima de los cadáveres, como medida ejemplarizante,
las palizas, las violaciones colectivas por parte de miembros de la
Falange o los castigos de hasta 30 a 60 días en las celdas de
aislamiento.
Además,
los presos estaban sometidos a fuertes medidas de adoctrinamiento
político, moral y religioso. De manera que la correspondencia
privada de los pesos era censurada y revisada por las autoridades de
la cárcel y además estos eran obligados a acudir a diariamente a
misa. Unas condiciones durísimas, constatadas por los propios
testimonios de los presos y que no son exclusivas de esta cárcel,
sino que también se dieron en el resto de cárceles españolas en
los primeros años de la dictadura.
La
Prisión Provincial cesó su actividad en 1980, trasladándose las
funciones de Prisión Provincial a la nueva Cárcel de Sangonera y
desde entonces se ha visto en estado de abandono, llegando a
presentar un estado de ruina deplorable para un edificio que forma
parte del patrimonio cultural de la ciudad. Tras casi 40 años de
abandono y proyectos infructuosos de demolición y de reutilización.
Primero como Museo de Murcia y más tarde como sede de la Agencia
Tributaria, hay un verdadero proyecto en marcha, que comenzará a
hacerse efectivo en 2020, haciendo justicia a un edificio que albergó
el sufrimiento de miles de represaliados por el régimen franquista
tras la guerra, su recuerdo entre sus muros y que jamás debió caer
en el olvido. Para finalizar me gustaría dedicar esta entrada a Don
Ángel Mena Rubio y Don Pedro José Mena Rubio, hermanos de mi
abuelo, que cumplieron condena de diez años en la Prisión
Provincial por responsabilidades políticas.
Fachada Principal de la Cárcel Vieja de Murcia. [Imagen extraída de: La Prisión Provincial de Murcia: Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural. FRANCISCO J. MEDINA-ALBADALEJO]
Para
Saber más:
J.
MEDINA-ALBADALEJO, FRANCISCO: La Prisión Provincial de Murcia:
Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural.
Universidad de Murcia, 2009.
viernes, 27 de diciembre de 2019
El Final de la Guerra en Cartagena: La Tragedia del "Castillo de Olite"
Hacia
finales de Febrero y principios de Marzo de 1939, se aproximaba el
final de la guerra que por entonces ya tenía un claro vencedor, tras
la caída de Cataluña, la resistencia republicana agonizaba y en la
última semana de Febrero los gobiernos de Francia y Gran Bretaña
reconocían a Franco, además, Azaña dimitía de la Presidencia de
la República y le sustituía Juan Negrín, apoyado solo por los
comunistas y que abogaba por una política de resistencia, mientras
en las propias filas republicanas, se tramaban conspiraciones para
dar el estoque definitivo a la República y dar por terminada la
guerra.
En
Cartagena, la situación no era distinta y la escasez alimenticia,
junto con las dificultades de abastecimiento, los bombardeos, cada
vez mas frecuentes y los continuos reveses en la marcha de la guerra
habían ido minando la moral de la población cartagenera. Además,
el frente popular en Cartagena estaba totalmente roto y a excepción
del Partido Comunista, todos los demás se negaban a seguir la
política de resistencia propuesta por Negrín. De manera que en
estos últimos meses de la contienda, se fueron desarrollando en
Cartagena corrientes conspiratorias que podríamos diferenciar en dos
ramas: Una, compartida principalmente por los mandos de la flota que
en oposición a Negrín y los comunistas, pretendían poner fin a la
guerra y otra que pretendía poner fin a la Guerra pero mediante la
sublevación para poner a la ciudad al servicio de Franco.
Ambas
corrientes confluyeron en dar vida a esta sublevación en la noche
del 4 de Marzo de 1939, como reacción al nombramiento del comunista
Carlos Bernal como jefe de la base con un plan que pretendía hacerse
con los puntos más importantes de la ciudad, como el Arsenal, las
baterías de costa, la Intendencia de la armada o la cárcel, donde
serían liberados los presos derechistas. Una vez tomado el control
de los puntos mas importantes de la ciudad y situando en el Parque de
Artillería el centro de las operaciones, así como de las baterías
de costa, el objetivo sería persuadir a la flota para que abandonara
Cartagena y solicitar los refuerzos del bando nacional para culminar
la sublevación.
A
pesar de la poca unidad de mando de los grupos sublevados y de la
confusión que imperaba entre ellos, sin llegar a estar muy
convencidos de hasta que punto se involucrarían en el golpe. El plan
se desarrolló más o menos con éxito en la noche del 4 al 5 de
Marzo y se consiguió que la flota abandonara Cartagena, la
percepción desde dentro de la ciudad, era la de que la resistencia
republicana había caído. Lo que nadie de la ciudad sabía, es que
el día anterior, se había dado la orden a la 206 Brigada Mixta, del
ejército republicano de Levante de que se dirigiera hacia Cartagena
y que en la mañana del 5 de Marzo, se encontraba a tan solo 14 km de
Cartagena. En unas pocas horas, las fuerzas republicanas retomaron el
control de los puntos más importantes de la ciudad, muriendo 61
sublevados en el proceso. Sin embargo, las peticiones de refuerzos
desde Cartagena ya habían llegado por telegrafía al Cuartel General
de Franco en Burgos, que organizó gran ofensiva por mar para
desembarcar a unos 19000 hombres en Cartagena con una fuerza de
desembarco de 22 buques. Operación que no se materializó debido a
la recuperación de la ciudad por las fuerzas republicanas antes de
que llegaran los refuerzos.
En
este contexto tuvo lugar la tragedia del “Castillo de Olite”, un
viejo mercante soviético que había sido capturado en el Estrecho y
reconvertido, este formaba parte de la fuerza de desembarco y había
salido de Castellón a las 10:15 h del día 6 de Marzo con 2200
hombres a bordo, de los batallones 2 y 3 del Regimiento de Zamora, la
plana mayor de la División 83, un grupo de cañones y el cuerpo
jurídico del Ejército de Galicia. Este barco, que carecía de
estación telegráfica, no estaba al tanto de los sucesos en
Cartagena y a las 11 de la mañana del 7 de Marzo llegó a la altura
del islote de Escombreras, pero cuando se encontraba entre los
malecones del puerto, recibió un disparo de las baterías de pequeño
calibre que habían en el malecón de la Curra, que no acierta en la
embarcación. En este momento el barco cambió de rumbo, intentando
huir hacia el sur, pero en este intento se puso en la línea de tiro
de la batería de la Parejola, que efectuó cuatro disparos, de los
cuales el tercero y el cuarto impactaron con el buque.
Buque Castillo de Olite. [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]
El
primero de los impactos alcanzó la parte del barco en la que se
transportaban las municiones, provocando una enorme explosión y
provocando el rápido hundimiento del barco. Solo entre 700 y 1000
hombres salieron con vida de esta catástrofe, auxiliados por los
pescadores o alcanzando la tierra a nado. Los muertos se estiman
entre 1200 y 1500 en la que se considera la mayor catástrofe
marítima en aguas españolas. Así terminaban las víctimas de la
guerra en Cartagena, último bastión de la resistencia republicana,
que se enfrentaba al término de la guerra, pocos días después a
duros años de represión franquista.
Monumento conmemorativo de las víctimas del "Castillo de Olite". [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]
Para
saber mas:
MARTÍNEZ
LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939),
Universidad de Murcia, 1990.
domingo, 22 de diciembre de 2019
Los sucesos de los buques " España nº3" y "Rio Sil"
Los
sucesos ocurridos en Cartagena en Agosto de 1936, forman parte de la
violencia física que se desató en la Región de Murcia durante los
primeros meses de la Guerra, siendo las matanzas que tuvieron lugar
en estos dos buques, las que dispararon las cifras de víctimas
mortales en estos primeros meses, ya que solo entre el 14 y el 15 de
Agosto, el número de fallecidos en estas matanzas fue de 319.
Quedando este hecho grabado en la memoria de la población
cartagenera y recogido en los testimonios de los que lo vivieron y en
la documentación escrita de la Causa General de Murcia. Instruida
tras la guerra por el gobierno franquista, en el afán de represaliar
a los vencidos.
Pero
para entender estos sucesos, es importante entender el contexto de
crispación social que se vivía en Cartagena desde el comienzo del
conflicto, donde, apenas un mes antes, había fracasado la
sublevación de los afectos al bando nacional, muchos de ellos
pertenecientes a la oficialidad de la armada que se encontraba en
Cartagena. La decidida actuación de las fuerzas republicanas
consiguió neutralizar el golpe, y decidiría la suerte de Cartagena,
y seguramente de la Región de Murcia durante toda la guerra, que
sería republicana. Sin embargo, se vivía en la ciudad una enorme
tensión, ya que, tanto parte de las tripulaciones como la masa
social enfurecida de Cartagena exigían una rápida justicia contra
los sublevados, muchos de ellos presos en las bodegas del España
nº3, así como contra los guardias civiles sublevados procedentes de
Albacete, también prisioneros en el “Rio Sil”.
En
este contexto, en el que en las semanas anteriores ya se veían
síntomas de lo insostenible que era la situación, ya que el 31 de
Julio, habían sido fusilados 2 oficiales en el buque Cervantes
y el 3 de Agosto, 3 mas eran fusilados en el Libertad. La
llegada al puerto de Cartagena del Acorazado Jaime I, que había sido
bombardeado dos días antes, el 12 de Agosto en Málaga por un avión
JV-52 de la aviación nacional, provocándole importantes daños y la
muerte de tres de sus tripulantes, hiriendo a otros ocho, fue la gota
que colmó el vaso y que precipitó los luctuosos sucesos.
Acorazado Jaime I. Imagen extrída de [Cartagena histórica. Cuaderno monográfico nº4. El Acorazado Jaime I]
En
la tripulación el Jaime I, funcionaba un comité formado en su
mayoría por anarquistas y una guardia roja, que a su llegada a
Cartagena exigieron a las autoridades de la marina de la Base, la
entrega de los prisioneros de los dos buques. Por lo que, ante el
clima de excitación que se vivía en la ciudad y la nueva amenaza de
la guardia roja del Jaime I, el jefe de la Base, Antonio Ruiz, ordenó
el traslado de los presos a la cárcel del Arsenal.
De
manera que en la noche del 14 al 15 de Agosto a las 00:30 comenzó
el traslado del primer grupo de 10 presos del “Rio Sil” a la
cárcel de la ciudad, que se encontraba junto al Arsenal, de manera
que para no llamar la atención, transportando a los presos por las
calles principales, se abrió un boquete en una de las paredes del
Arsenal por el que pasarían los presos para ser dirigidos al penal.
Sin embargo, según relata el informe del jefe del Arsenal, Manuel
Gutierrez. Aunque la situación parecía controlada, al llegar ante
el Cuartel de Marinería, los presos comenzaron a lanzar insultos y
provocaciones contra los marineros, formándose un gran tumulto que
dos de ellos aprovecharon para intentar escapar, sin embargo fueron
detenidos. Entre este caos y ante la incapacidad de los superiores de
hacerse oir, el personal del arsenal junto a algunos milicianos que
se encontraban armados, dirigieron a los presos hacia el callejón en
el que se encontraba el acceso al presidio, donde fueron acribillados
a balazos.
Ciertos
aspectos de este testimonio resultan poco creíbles, pues es difícil
creer que los presos tuvieran una actitud provocativa en esta
situación y menos aún que trataran de huir, sin embargo tampoco
podemos hablar de una planificación de estas ejecuciones que si se
hubieran llevado a cabo con los mas de 300 prisioneros, habrían
tenido una enorme publicidad en la ciudad. Ante tales sucesos, sería
el propio Manuel Gutiérrez el que suspendió el traslado y dio la
orden de que los dos buques se echaran al mar, sin embargo esto no
detuvo la masacre.
En
el “Rio Sil”, cuando el barco se encontraba a treinta millas del
cuerpo, la dotación de este comenzó a sacar de la bodega a los
prisioneros, atándolos de dos en dos y echándolos al mar con
lastres en los pies, siendo 52 los asesinados, de los cueles 46 eran
guardias civiles y 6 oficiales del ejército de Albacete y Murcia.
Aunque la matanza podría haber sido mayor, pues en las bodegas del
barco aún quedaron mas de 300 prisioneros, la amenaza de estos de
quemar el barco freno la matanza. Aun así, a su vuelta al muelle de
Cartagena, este fue recibido entre gritos de aprobación de la
dotación del Jaime I, de algunos paisanos y del personal del
Arsenal.
En
el España nº3, el número de fusilados y arrojados al mar asciende
según los informes de la Causa General a 147, de los cuales, 94
pertenecían a la armada y resto a los cuerpos del Ejército Guardia
Civil y Carabineros. Como vemos, los informes del “Rio Sil” y del
España nº3 escritos por Manuel Gutiérrez, jefe del Arsenal y
Francisco Llorca respectivamente coinciden en echar la culpa de la
masacre al estado de crispación existente ya desde el comienzo de la
guerra entre las tripulaciones. Sin embargo, el hecho de que los
buques fueran recibidos posteriormente entre la exaltación popular
nos muestran que las matanzas ya habían sido previstas antes de que
los buques zarpasen hacia alta mar.
Buque España nº3. [Imagen Extraída de: https://vidamaritima.com/2008/02/espana-n%C2%BA3/]
En
los propios informes de la Causa General veremos como el bando
nacional hará culpables de estos sucesos principalmente a la Guardia
Roja del Jaime I y al jefe del Arsenal Manuel Gutiérrez, acusado de
alentar las ansias de justicia
de la tripulación, sin embargo exculpa en cierta medida al jefe de
la Base Antonio Ruiz, aunque calificándolo de débil. La realidad,
es que mas allá de responsabilidades y culpables, este fue uno de
los hechos mas negros de la Guerra Civil, y tuvo lugar en Cartagena.
Para
Saber mas:
GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el
poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia,
1999.
MARTÍNEZ
LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939),
Universidad de Murcia, 1990.
Cartagena
Histórica. CUADERNO MONOGRÁFICO Nº1: Cartagena, 15 de Agosto de
1936. Muerte en la Marina. Los sucesos del Rio Sil y el España
número 3, Editorial Aglaya.
sábado, 21 de diciembre de 2019
La Violencia Durante la Guerra Civil en Murcia
Aunque anteriormente hayamos
señalado que la Región Murcia no albergó ninguno de los frentes de
guerra de la contienda y que durante esta formó parte de la
retaguardia republicana. Esto no quiere decir que nuestra región
estuviera exenta de la violencia inherente a cualquier Guerra Civil.
La violencia colectiva estuvo presente en ella y se cobró un buen
número de víctimas mortales, en este caso víctimas de la represión
republicana. Pero antes de centrarme en el análisis de las
características de esta violencia, me gustaría aclarar que no busco
en esta entrada enfatizar la barbarie del bando republicano durante
la guerra. Pues en esta guerra fratricida, ninguno de los dos bandos
está exento de la aplicación de una represión sistemática hacia
el enemigo. De hecho, el bando nacional, ganador de la contienda,
dedicará los años posteriores a esta a represaliar a los vencidos y
a abrir aún más la brecha de odio que hería a muerte a nuestro
país y que a día de hoy no a cicatrizado completamente.
Esta
violencia, en todas sus manifestaciones, es además uno de los temas
mas tratados historiográficamente en nuestro país y de los que
despiertan una mayor atención en el ámbito de la investigación.
Centrándose los estudios principalmente en los aspectos
cualitativos, antes que en los cuantitativos de dicha violencia. Una
violencia que podía ser física o simbólica y que se manifestaría
de diversas formas desde el asesinato, hasta el expolio y destrucción
de Iglesias y símbolos religiosos.
Los
asesinatos por causas políticas durante la Guerra afectaron a casi
la totalidad de la región y a sus diferentes municipios, siendo la
modalidad del “paseo” la mas utilizada para plagar de víctimas
las cunetas, los prados y los cementerios. Fueron muy pocos los
municipios que no registran este tipo de asesinatos violentos,
municipios como Fuente-Álamo, Villanueva, Albudeite, Ulca, Ojós,
Torres de Cotillas o Fortuna. En el resto de municipios, de las 740
muertes que tuvieron lugar durante la guerra por razones políticas,
la mayoría fueron provocadas por armas de fuego con heridas de bala
o cartuchos de escopeta mayoritariamente, y siendo el disparo en la
cabeza o la nuca con destrozo craneal y hemorragia cerebral la
principal causa de muerte. Por otra parte, los asesinatos con arma
blanca son menos frecuentes y registrados solo en Caravaca, Lorca,
Abarán, Blanca y Moratalla.
En
cuanto a los ejecutores de esta violencia, en su mayoría son hombres
que además presentan una llamativa movilidad, de manera que en
muchos de los casos serán personas de fuera de estos pueblos las que
llevaran acabo los asesinatos de sus residentes. Por su parte las
víctimas pertenecerán en muchas ocasiones a las clases dominantes o
acomodadas desde un punto de vista religioso y a la jerarquía
eclesiástica, de manera que otra de las características de esta
violencia es que se realizaba de una manera selectiva, con un marcado
cariz clasista. Centrándose en las clases y grupos sociales que
constituían las bases militares y civiles del bando sublevado, por
lo que militares, caciques, propietarios, burgueses, altos
funcionarios, religiosos y sacerdotes se llevaron la peor parte.
Siendo también un indicativo de este carácter selectivo, el hecho
de que 295 del total de personas asesinadas, un 62%, eran
simpatizantes o militantes de partidos de derecha o que la mayoría
de personas que habían ostentado cargos de relevancia en estos
partidos antes de la guerra fueran represalidas.
También
es interesante la temporalidad y la modalidad de estos asesinatos, de
manera que de las 740 muertes violentas que tuvieron lugar en la
Región de Murcia durante la guerra, 622, es decir, el 86%, tuvieron
lugar en los primeros seis meses de la contienda. Fenómeno que queda
también reflejado en el resto de territorios del país leales a la
República. Esto nos muestra que la sublevación del bando nacional y
el estallido de la guerra, desataron una vorágine de violencia y
represión si precedentes, consistente en eliminaciones sistemáticas
del enemigo, venganzas y ajustes de cuentas personales bajo la
cobertura del conflicto. De esta manera, a partir de Diciembre de
1936, el número de víctimas mortales de la represión desciende en
picado, contabilizándose en 1937 solo 24 muertes violentas, 10 en
1938 y solo 5 en los primeros meses, que ascenderían a 61 debído a
los sucesos acontecidos en Cartagena en los dias 4 y 5 de Marzo. La
crispación que se desarrolló en los primeros momentos de la guerra,
coincidió también con el momento de confusión que vivían las
instituciones de la república, incapaces de actuar contra esta
violencia incontrolada, de manera que la puesta en funcionamiento de
los Tribunales Populares, creados para controlar la situación,
coinciden también con una paulatina disminución de estos actos de
“justicia” deliberada.
En
cuanto a la modalidad de esta violencia física, fueron muy
frecuentes en la Región de Murcia los asaltos a prisiones y las
“sacas”, es decir, la extracción de presos que serán ejecutados
sistemáticamente, ignorando la sentencia judicial que sobre ellos
habían impuesto las autoridades competentes y que en ocasiones se
deban en forma de reacción a un ataque del bando nacional, ignorando
la orientación política de los ajusticiados. Este sería el caso de
la saca que mayor número de víctimas se cobró durante la guerra,
con un total de 49 y que tuvo lugar en Cartagena, como reacción a un
bombardeo de la aviación nacional, el 18 de Octubre de 1936, el
resultado fue la extracción de estos 49 presos de la Prisión de
Partido de San Antón, para ser transportados al Cementerio de
Nuestra Sra. de los Remedios, para ser fusilados allí mismo.
También
se realizaron sacas a lo largo de la guerra en las prisiones de Mula,
el 13 de Agosto de 1936, en la de Lorca, el 19 de Noviembre de este
mismo año, en Caravaca el 2 de Octubre o la que tuvo lugar en la
propia Murcia el 13 de Septiembre de 1936. Junto a esta, también se
llevó a cabo una violencia simbólica y que afectó a la
arquitectura y al patrimonio de los municipios murcianos, de manera
que entre 1936-1939 muchos edificios fueron destruidos total o
parcialmente y otros incautados por agrupaciones antifascistas o las
propias instituciones republicanas, que les dieron una utilidad
distinta a la original. La destrucción de edificios se dirigió
principalmente contra contra Iglesias, Juzgados, edificios de
Hacienda o Registros de la propiedad, por tanto no se trata de una
destrucción deliberada o gratuita, sino dirigida contra la
propiedad, la iglesia o instituciones de control, es decir, símbolos
de opresión y dominación.
Por
tanto vemos que aunque Murcia no fue un frente de guerra, la
violencia de la guerra, también afectaba y de una manera muy
importante a la retaguardia, dando lugar a luctuosos sucesos, de los
cuales he creído conveniente tratar algunos de ellos, ya que también
son parte de la memoria murciana de la guerra civil.
Para
saber mas:
GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el
poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia,
1999.
miércoles, 18 de diciembre de 2019
La Mujer Murciana en la Guerra Civil
Hoy
me gustaría tratar desde una perspectiva de género la vida en la
retaguardia republicana murciana y centrarme en la figura de la mujer
murciana y en como esta vivió la guerra, aunque antes de comenzar a
ahondar en el tema, me gustaría aclarar que esta generalización no
engloba al colectivo de la mujer al completo en toda la región, pues
no todas vivieron la guerra de la misma manera. Dicho esto, me
centraré en el activismo político femenino y en las agrupaciones de
mujeres que surgieron durante la contienda y que están estrechamente
ligadas a las labores de caridad de a las que se ha dedicado
anteriormente una entrada en este blog.
Partiendo
de que la guerra y la movilización antifascista de la República
supusieron transformaciones importantes en la condición social de la
mujer, no solamente en nuestra región, sino a nivel nacional y en
todos los lugares aún leales a la República. Hablaremos de las
Agrupaciones o Comités de Mujeres Antifascistas que fueron conocidos
popularmente como las AMA. Estas agrupaciones, surgieron como
reacción femenina al fascismo y como elementos de lucha
antifascista, presentando en ocasiones un carácter dual en el que
también tenia cabida la lucha y las reivindicaciones feministas,
pero estas últimas siempre subordinadas a la razón de ser de estos
grupos, que era la lucha por sus libertades y sus derechos ante la
amenaza fascista.
En
este sentido, la combatividad femenina contra el fascismo durante la
guerra se manifestó de dos maneras: en la figura de la miliciana,
que junto a sus camaradas masculinos combatió en los frentes y la de
la mujer trabajadora que se incorporó a la producción en la
retaguardia, ocupando el lugar que el hombre dejaba al irse a los
frentes. Siendo esta última la predominante en la Región de Murcia
y en todo el territorio republicano, pues si bien el volumen de
mujeres milicianas que lucharon en la guerra era muchísimo menor que
el de hombres, en el caso murciano, solo se conocen 5 mujeres
milicianas que lucharon en el frente de Almería, integradas en la VI
Brigada Mixta.
Milicianas republicanas durante la Guerra Civil. [ Imagen extraída de: http://www.nocierreslosojos.com/mujer-guerra-civil-espana/ ] publicada el 25/01/18 por Grupo AKAL.
Por
tanto, vemos que en todo el territorio republicano, la figura de la
mujer miliciana no era la más frecuente, ni tampoco era un ejemplo a
seguir. Pues, nada mas lejos de la realidad, a pesar de los cambios
experimentados durante la República en cuanto a libertades y
derechos de la mujer, que en algunos aspectos fueron muy importantes,
como la consecución del derecho al voto, aún imperaban los
tradicionales roles de género, reforzados por los mensajes del
propio Gobierno: “ Hombres al frente, Mujeres a la Retaguardia”
De
hecho, muchas de estas mujeres antifascistas en ningún momento
cuestionaron esta tradicional división sexual de los roles de
hombres y mujeres, y a menudo dignificaron los papeles de la mujer
como esposa, madre o hija. Incluso organismos considerados como
revolucionarios, como el Comité de Alianza Revolucionaria CNT-UGT de
Cartagena, contribuyó a la perpetuación de la división sexual del
trabajo.
Pero
a pesar de que la lucha feminista quedara en muchas ocasiones en un
segundo plano, estas agrupaciones de mujeres antifascistas de
extendieron por todas las provincias afectas a la República del
territorio nacional, desde importantes capitales de provincia a
ciudades y pueblos españoles, e incluso a los lugares mas recónditos
del país. En la ciudad de Murcia la AMA quedaba constituida el 16 de
Octubre de 1936, lanzando una proclama recogida en la prensa local de
El Liberal, que decía lo siguiente:
“ ¡Mujeres
antifascistas! La guerra civil desencadenada en nuestro país exige
de todas las mujeres de sentimientos humanos una mayor ayuda a
aquellos seres defensores de nuestras vidas, de nuestro porvenir y el
de nuestros hijos. Siendo necesario la constitución de una
Asociación de Mujeres para prestar la precisa colaboración de todas
las mujeres que sientan el odio al fascismo, os llamamos, sin
distinción de ideas políticas o religiosas, para que agrupadas bajo
la consigna de la lucha contra los ensangrentadores de nuestra
patria, os inscribáis en la Asociación de Mujeres Antifascistas…
¡Formemos
la retaguardia, y todas unidas ayudemos al triunfo de nuestra causa!”
Esta
tuvo una gran acogida y repercusión en toda la provincia, de manera
que tan solo un mes mas tarde comenzaron a funcionar comités de la
AMA en distintos municipios de la región como el de Molina, Lorca,
Moratalla. Aprovechando el apoyo de los partidos de izquierda como el
del PCE en el caso lorquino. De manera que, a lo largo de la guerra
se fueron creando nuevos comités de las AMA como los de Caravaca y
Cieza, en 1938. Es llamativo también el caso de Cartagena, en el que
su nacimiento estuvo muy ligado a las mujeres afiliadas al PCE y a la
UGT, que durante la guerra trabajaron en diferentes ramas de la
producción como los Sindicatos Obreros Agrícolas, Servicios de
Hospitales, de Oficios Varios, etc. Sin embargo, a pesar de que las
mujeres que se afiliaron a las AMA pertenecieron a distintas clases
sociales y a diferentes orientaciones políticas, aglutinando a
mujeres republicanas, socialistas o comunistas, entre otras. Todas
permanecían firmes y unidas en su lucha contra el fascismo.
Para
saber más:
GONZÁLEZ
MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el
poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia,
1999
MARTÍNEZ
LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939),
Universidad de Murcia, 1990.
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