jueves, 2 de enero de 2020

Las Casamatas de la venta de Purias: Un ejemplo olvidado de arquitectura militar de la Guerra Civil



La arquitectura militar que se desarrolló en España durante la guerra civil es uno de los aspectos mas olvidados y menos estudiados de la historia reciente de nuestro país. En esta entrada quiero presentar un caso claro de esta indiferencia por una parte muy significativa de la guerra, como son las propias construcciones de guerra, construcciones de gran valor, que representan la aplicación de los avances legados de la Revolución industrial. Con nuevos materiales y técnicas en este caso aplicadas al terreno bélico.

En este caso hablaremos de las casamatas existentes en Lorca, concretamente en la diputación de Purias, estas se ubican en las cercanías de la antigua Venta de Purias, en un lugar conocido como “El Portajo”, en la vieja carretera que unía Lorca y Águilas, antes de la construcción de la autovía. Estas se sitúan aproximadamente en el km 73 y ocupaban una extensión de 3 kilómetros cuadrados sobre las lomas del Molino de la Luz, el barranco de las minas y La Arriería. En un entorno que aunque con el paso del tiempo ha sufrido importantes transformaciones, sigue manteniendo parte del aspecto de los años de la guerra.

De esta manera, una vez fracasada la sublevación nacional en la Región de Murcia, se llevó a cabo desde 1936 y casi hasta el final de la contienda, un Proyecto de Defensa Terrestre basado en la construcción de lineas sucesivas y concéntricas de defensa que debían cortar las principales vías de comunicación y carreteras del interior hacia Cartagena. Ciudad de la que, como en anteriores entradas hemos visto, dependía gran parte de la suerte del sureste español en la guerra. Por tanto el sistema defensivo debía abarcar desde el puerto de Águilas hasta Gurdamar en Alicante y desde el Valle del Guadalentín hasta el del Segura por el interior. En este contexto, el nuevo sistema defensivo traería consigo importantes avances y teorías muy novedosas en lo que a fortificación se refería. El sistema defensivo se articularía en “Centros de Resistencia” que cubrirían las principales carreteras que llevaban de la costa de Águilas hacia el interior y por las vías principales de comunicación que enlazaban con Cartagena. Estos núcleos de resistencia se basarían por tanto en posiciones fijas de nidos de ametralladoras o casamatas que permitirían bloquear el paso al invasor.

Plano de la línea defensiva terrestre.
[Imagen Extraída de Revista Alberca nº6]









Las construcciones de esta gran línea defensiva empezaron ya en 1936 y se desarrollará en distintas fases a lo largo de la guerra y hasta los dos primeros meses de 1939. En 1938 se ordenaba la intensificación de las obras de fortificación en los pasos carretera que conectaban Lorca y la Base Naval por la Sierra de Almenara, por lo que podríamos situar la fecha de la construcción de las casamatas de Purias en este año.
Este centro de resistencia se pensó articular desde un principio en torno a tres nidos de ametralladoras o casamatas, construidas en acero y hormigón armado, disponiéndose a su alrededor diversas estructuras complementarias de defensa como franjas de trinchera, depósitos de munición, nidos de ametralladoras a barbeta o ramales de comunicación. Pero de las tres casamatas, solo llegaron a construirse dos, separadas entre si por unos 500 metros. Estas construcciones son muy significativas, ya que se alejaban del modelo de construcción defensiva seguida durante los años 20 y siendo más parecida a las que se estaban construyendo en otros países europeos, aunque bastante más modestas. De manera que ambas suponen un importante avance con respecto a las frecuentes casamatas para dos máquinas que se construyeron en otras zonas de la región y que estaban más extendidas a nivel nacional, siendo estas para cuatro máquinas.

Nido de ametralladoras o casamata para 4 máquinas a escala 1:40
[Imagen extraída de Revista Alberca nº6]

Estas casamatas eran grandes concentraciones de armas de fuego y su modelo era bastante innovador, ya que estas serían de las escasos fortines construidos en toda España que tenían mas de una tronera para armas automáticas. Aunque estas construcciones no cumplieron con su cometido defensivo como última línea de resistencia de la República, ya que, en ningún momento de la guerra llegó a estar ocupada por ninguna guarnición, ni armada. Ya que no se dio ningún tipo de enfrentamiento en esta zona. La desintegración de los órganos de poder republicanos en los últimos momentos de la guerra dieron al traste con esta función para la que se concibieron.

Aun así, estas casamatas son parte viva del patrimonio de la Guerra Civil y sorprende el desinterés mostrado hacia ellas por el ámbito académico, siendo las únicas investigaciones llevadas a cabo por instancias locales y por las propias administraciones, con una actuación lenta e indecisa. Muestra de esto es que cuando se incluyó este complejo en el catálogo de Bienes Inmuebles de Carácter Etnográfico y Tradicional del Termino Municipal de Lorca, solo se incluyó una de las casamatas, olvidando la segunda y todas las construcciones auxiliares.

El deterioro y el abandono, son el triste final al que por ahora se ven sometidas estas casamatas, de gran singularidad y valor patrimonial, ya que son escasos los complejos defensivos de la Guerra Civil que aún se conservan enteros. Para una evidencia viva de la construcción bélica, espacios destinados a la resistencia a ultranza y testimonios de las emociones y las vivencias de los soldados que en ellas combatieron. En resumidas cuentas, otro ejemplo de desprecio a la memoria viva y material de la Guerra Civil.


Para saber mas:

FERNÁNDEZ GUIRAO, FRANCISCO JOSÉ Y TOMBERGS ANTOINE, REBECCA: Arquitectura militar de la Guerra Civil en Murcia. Una fortificación olvidada: las casamatas de la venta de Purias. Alberca: Revista de la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, nº6, 2008.

martes, 31 de diciembre de 2019

La Prisión Provincial de Murcia o Cárcel Vieja: Un ejemplo de lugar de memoria histórica de la Guerra Civil y la Dictadura.



Como hemos señalado con anterioridad, este blog no iba a tratar únicamente de presentar distintos lugares aislados, que por su valor histórico, formaran parte de la memoria colectiva de nuestra región o de su patrimonio. Pero el caso de la Prisión Provincial, es en efecto un ejemplo de lo anterior. Tanto por la importancia que este edificio tienen como elemento identitario de la sociedad murciana, como por la necesidad de reivindicar su importancia, después de largos años de abandono, desde que el edificio perdió su función original hasta 1980.

En este largo periodo de abandono, el edificio ha sobrevivido a varios intentos de demolición total, y a otros de demolición parcial, que en algunos casos habrían supuesto también una renovación y recuperación del edificio. Sin embargo, hasta día de hoy, la Prisión Provincial, situada en el número 2 de la Avenida Primo de Rivera, formando parte del entramado urbano de un punto neurálgico de la ciudad como es la Plaza Circular. Esperando en estado de ruina, hasta que por fin se ha puesto en marcha un plan efectivo para su rehabilitación, respetando en todo lo posible su estructura y forma original.

La construcción de la Prisión Provincial se planteo en el 1922, con el objetivo de que el nuevo centro penitenciario sustituyera en su función a la cárcel de la Misericordia Nueva, que se ubicaba en el paseo de Garay. La construcción finalizó en 1927 y fue inaugurada el 26 de Mayo de 1929, encontrándose en este momento a las afueras del casco histórico de Murcia. A partir de este momento la Prisión Provincial pasó a ser el centro penitenciario principal de la Región, con una capacidad de hasta 400 reclusos. De manera que durante la II República y la Guerra Civil, la Prisión Provincial fue también el principal centro penitenciario republicano.

Sin embargo, fue al término de la guerra y en el contexto de represalias políticas impulsadas por el Nuevo Régimen cuando este edificio adquirió un mayor protagonismo, estos fueron los años en que quedó grabado por su significación política en la memoria colectiva de Murcia, como símbolo de la represión franquista. En estos años de posguerra, la cárcel vieja fue el principal centro de internamiento de rojos, republicanos y en definitiva, presos políticos. Estando también habilitados a este efecto en la ciudad los conventos de las Isabelas y las Angustias. En ella, se estimó que llegaron a coincidir más de 3000 presos, a la espera de juicios sumarísimos.

Por tanto las condiciones de vida de los presos eran realmente duras, el hacinamiento provocaba que muchos presos tuvieran que dormir a la intemperie en los patios, una gran escasez de alimentos que provocaba gran cantidad de muertes por hambre y unas precarias condiciones de higiene que hacían proliferar las enfermedades como el tifus, la hepatitis, el tracoma, gastritis, etc. A lo que tendríamos que añadir los fusilamientos que se realizaban en los mismos patios de la presión, delante del resto de presos, teniendo estos que caminar después por encima de los cadáveres, como medida ejemplarizante, las palizas, las violaciones colectivas por parte de miembros de la Falange o los castigos de hasta 30 a 60 días en las celdas de aislamiento.

Además, los presos estaban sometidos a fuertes medidas de adoctrinamiento político, moral y religioso. De manera que la correspondencia privada de los pesos era censurada y revisada por las autoridades de la cárcel y además estos eran obligados a acudir a diariamente a misa. Unas condiciones durísimas, constatadas por los propios testimonios de los presos y que no son exclusivas de esta cárcel, sino que también se dieron en el resto de cárceles españolas en los primeros años de la dictadura.

La Prisión Provincial cesó su actividad en 1980, trasladándose las funciones de Prisión Provincial a la nueva Cárcel de Sangonera y desde entonces se ha visto en estado de abandono, llegando a presentar un estado de ruina deplorable para un edificio que forma parte del patrimonio cultural de la ciudad. Tras casi 40 años de abandono y proyectos infructuosos de demolición y de reutilización. Primero como Museo de Murcia y más tarde como sede de la Agencia Tributaria, hay un verdadero proyecto en marcha, que comenzará a hacerse efectivo en 2020, haciendo justicia a un edificio que albergó el sufrimiento de miles de represaliados por el régimen franquista tras la guerra, su recuerdo entre sus muros y que jamás debió caer en el olvido. Para finalizar me gustaría dedicar esta entrada a Don Ángel Mena Rubio y Don Pedro José Mena Rubio, hermanos de mi abuelo, que cumplieron condena de diez años en la Prisión Provincial por responsabilidades políticas.

    Fachada Principal de la Cárcel Vieja de Murcia. [Imagen extraída de: La Prisión Provincial de Murcia: Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural. FRANCISCO J. MEDINA-ALBADALEJO]




Para Saber más:

J. MEDINA-ALBADALEJO, FRANCISCO: La Prisión Provincial de Murcia: Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural. Universidad de Murcia, 2009.



viernes, 27 de diciembre de 2019

El Final de la Guerra en Cartagena: La Tragedia del "Castillo de Olite"


Hacia finales de Febrero y principios de Marzo de 1939, se aproximaba el final de la guerra que por entonces ya tenía un claro vencedor, tras la caída de Cataluña, la resistencia republicana agonizaba y en la última semana de Febrero los gobiernos de Francia y Gran Bretaña reconocían a Franco, además, Azaña dimitía de la Presidencia de la República y le sustituía Juan Negrín, apoyado solo por los comunistas y que abogaba por una política de resistencia, mientras en las propias filas republicanas, se tramaban conspiraciones para dar el estoque definitivo a la República y dar por terminada la guerra.

En Cartagena, la situación no era distinta y la escasez alimenticia, junto con las dificultades de abastecimiento, los bombardeos, cada vez mas frecuentes y los continuos reveses en la marcha de la guerra habían ido minando la moral de la población cartagenera. Además, el frente popular en Cartagena estaba totalmente roto y a excepción del Partido Comunista, todos los demás se negaban a seguir la política de resistencia propuesta por Negrín. De manera que en estos últimos meses de la contienda, se fueron desarrollando en Cartagena corrientes conspiratorias que podríamos diferenciar en dos ramas: Una, compartida principalmente por los mandos de la flota que en oposición a Negrín y los comunistas, pretendían poner fin a la guerra y otra que pretendía poner fin a la Guerra pero mediante la sublevación para poner a la ciudad al servicio de Franco.

Ambas corrientes confluyeron en dar vida a esta sublevación en la noche del 4 de Marzo de 1939, como reacción al nombramiento del comunista Carlos Bernal como jefe de la base con un plan que pretendía hacerse con los puntos más importantes de la ciudad, como el Arsenal, las baterías de costa, la Intendencia de la armada o la cárcel, donde serían liberados los presos derechistas. Una vez tomado el control de los puntos mas importantes de la ciudad y situando en el Parque de Artillería el centro de las operaciones, así como de las baterías de costa, el objetivo sería persuadir a la flota para que abandonara Cartagena y solicitar los refuerzos del bando nacional para culminar la sublevación.

A pesar de la poca unidad de mando de los grupos sublevados y de la confusión que imperaba entre ellos, sin llegar a estar muy convencidos de hasta que punto se involucrarían en el golpe. El plan se desarrolló más o menos con éxito en la noche del 4 al 5 de Marzo y se consiguió que la flota abandonara Cartagena, la percepción desde dentro de la ciudad, era la de que la resistencia republicana había caído. Lo que nadie de la ciudad sabía, es que el día anterior, se había dado la orden a la 206 Brigada Mixta, del ejército republicano de Levante de que se dirigiera hacia Cartagena y que en la mañana del 5 de Marzo, se encontraba a tan solo 14 km de Cartagena. En unas pocas horas, las fuerzas republicanas retomaron el control de los puntos más importantes de la ciudad, muriendo 61 sublevados en el proceso. Sin embargo, las peticiones de refuerzos desde Cartagena ya habían llegado por telegrafía al Cuartel General de Franco en Burgos, que organizó gran ofensiva por mar para desembarcar a unos 19000 hombres en Cartagena con una fuerza de desembarco de 22 buques. Operación que no se materializó debido a la recuperación de la ciudad por las fuerzas republicanas antes de que llegaran los refuerzos.

En este contexto tuvo lugar la tragedia del “Castillo de Olite”, un viejo mercante soviético que había sido capturado en el Estrecho y reconvertido, este formaba parte de la fuerza de desembarco y había salido de Castellón a las 10:15 h del día 6 de Marzo con 2200 hombres a bordo, de los batallones 2 y 3 del Regimiento de Zamora, la plana mayor de la División 83, un grupo de cañones y el cuerpo jurídico del Ejército de Galicia. Este barco, que carecía de estación telegráfica, no estaba al tanto de los sucesos en Cartagena y a las 11 de la mañana del 7 de Marzo llegó a la altura del islote de Escombreras, pero cuando se encontraba entre los malecones del puerto, recibió un disparo de las baterías de pequeño calibre que habían en el malecón de la Curra, que no acierta en la embarcación. En este momento el barco cambió de rumbo, intentando huir hacia el sur, pero en este intento se puso en la línea de tiro de la batería de la Parejola, que efectuó cuatro disparos, de los cuales el tercero y el cuarto impactaron con el buque.
    Buque Castillo de Olite. [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]

El primero de los impactos alcanzó la parte del barco en la que se transportaban las municiones, provocando una enorme explosión y provocando el rápido hundimiento del barco. Solo entre 700 y 1000 hombres salieron con vida de esta catástrofe, auxiliados por los pescadores o alcanzando la tierra a nado. Los muertos se estiman entre 1200 y 1500 en la que se considera la mayor catástrofe marítima en aguas españolas. Así terminaban las víctimas de la guerra en Cartagena, último bastión de la resistencia republicana, que se enfrentaba al término de la guerra, pocos días después a duros años de represión franquista.
Monumento conmemorativo de las víctimas del "Castillo de Olite". [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]













Para saber mas:

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.




domingo, 22 de diciembre de 2019

Los sucesos de los buques " España nº3" y "Rio Sil"



Los sucesos ocurridos en Cartagena en Agosto de 1936, forman parte de la violencia física que se desató en la Región de Murcia durante los primeros meses de la Guerra, siendo las matanzas que tuvieron lugar en estos dos buques, las que dispararon las cifras de víctimas mortales en estos primeros meses, ya que solo entre el 14 y el 15 de Agosto, el número de fallecidos en estas matanzas fue de 319. Quedando este hecho grabado en la memoria de la población cartagenera y recogido en los testimonios de los que lo vivieron y en la documentación escrita de la Causa General de Murcia. Instruida tras la guerra por el gobierno franquista, en el afán de represaliar a los vencidos.

Pero para entender estos sucesos, es importante entender el contexto de crispación social que se vivía en Cartagena desde el comienzo del conflicto, donde, apenas un mes antes, había fracasado la sublevación de los afectos al bando nacional, muchos de ellos pertenecientes a la oficialidad de la armada que se encontraba en Cartagena. La decidida actuación de las fuerzas republicanas consiguió neutralizar el golpe, y decidiría la suerte de Cartagena, y seguramente de la Región de Murcia durante toda la guerra, que sería republicana. Sin embargo, se vivía en la ciudad una enorme tensión, ya que, tanto parte de las tripulaciones como la masa social enfurecida de Cartagena exigían una rápida justicia contra los sublevados, muchos de ellos presos en las bodegas del España nº3, así como contra los guardias civiles sublevados procedentes de Albacete, también prisioneros en el “Rio Sil”.

En este contexto, en el que en las semanas anteriores ya se veían síntomas de lo insostenible que era la situación, ya que el 31 de Julio, habían sido fusilados 2 oficiales en el buque Cervantes y el 3 de Agosto, 3 mas eran fusilados en el Libertad. La llegada al puerto de Cartagena del Acorazado Jaime I, que había sido bombardeado dos días antes, el 12 de Agosto en Málaga por un avión JV-52 de la aviación nacional, provocándole importantes daños y la muerte de tres de sus tripulantes, hiriendo a otros ocho, fue la gota que colmó el vaso y que precipitó los luctuosos sucesos.

        Acorazado Jaime I. Imagen extrída de [Cartagena histórica. Cuaderno monográfico nº4. El Acorazado Jaime I]
     
En la tripulación el Jaime I, funcionaba un comité formado en su mayoría por anarquistas y una guardia roja, que a su llegada a Cartagena exigieron a las autoridades de la marina de la Base, la entrega de los prisioneros de los dos buques. Por lo que, ante el clima de excitación que se vivía en la ciudad y la nueva amenaza de la guardia roja del Jaime I, el jefe de la Base, Antonio Ruiz, ordenó el traslado de los presos a la cárcel del Arsenal.

De manera que en la noche del 14 al 15 de Agosto a las 00:30 comenzó el traslado del primer grupo de 10 presos del “Rio Sil” a la cárcel de la ciudad, que se encontraba junto al Arsenal, de manera que para no llamar la atención, transportando a los presos por las calles principales, se abrió un boquete en una de las paredes del Arsenal por el que pasarían los presos para ser dirigidos al penal. Sin embargo, según relata el informe del jefe del Arsenal, Manuel Gutierrez. Aunque la situación parecía controlada, al llegar ante el Cuartel de Marinería, los presos comenzaron a lanzar insultos y provocaciones contra los marineros, formándose un gran tumulto que dos de ellos aprovecharon para intentar escapar, sin embargo fueron detenidos. Entre este caos y ante la incapacidad de los superiores de hacerse oir, el personal del arsenal junto a algunos milicianos que se encontraban armados, dirigieron a los presos hacia el callejón en el que se encontraba el acceso al presidio, donde fueron acribillados a balazos.

Ciertos aspectos de este testimonio resultan poco creíbles, pues es difícil creer que los presos tuvieran una actitud provocativa en esta situación y menos aún que trataran de huir, sin embargo tampoco podemos hablar de una planificación de estas ejecuciones que si se hubieran llevado a cabo con los mas de 300 prisioneros, habrían tenido una enorme publicidad en la ciudad. Ante tales sucesos, sería el propio Manuel Gutiérrez el que suspendió el traslado y dio la orden de que los dos buques se echaran al mar, sin embargo esto no detuvo la masacre.

En el “Rio Sil”, cuando el barco se encontraba a treinta millas del cuerpo, la dotación de este comenzó a sacar de la bodega a los prisioneros, atándolos de dos en dos y echándolos al mar con lastres en los pies, siendo 52 los asesinados, de los cueles 46 eran guardias civiles y 6 oficiales del ejército de Albacete y Murcia. Aunque la matanza podría haber sido mayor, pues en las bodegas del barco aún quedaron mas de 300 prisioneros, la amenaza de estos de quemar el barco freno la matanza. Aun así, a su vuelta al muelle de Cartagena, este fue recibido entre gritos de aprobación de la dotación del Jaime I, de algunos paisanos y del personal del Arsenal.

En el España nº3, el número de fusilados y arrojados al mar asciende según los informes de la Causa General a 147, de los cuales, 94 pertenecían a la armada y resto a los cuerpos del Ejército Guardia Civil y Carabineros. Como vemos, los informes del “Rio Sil” y del España nº3 escritos por Manuel Gutiérrez, jefe del Arsenal y Francisco Llorca respectivamente coinciden en echar la culpa de la masacre al estado de crispación existente ya desde el comienzo de la guerra entre las tripulaciones. Sin embargo, el hecho de que los buques fueran recibidos posteriormente entre la exaltación popular nos muestran que las matanzas ya habían sido previstas antes de que los buques zarpasen hacia alta mar.

    Buque España nº3. [Imagen Extraída de: https://vidamaritima.com/2008/02/espana-n%C2%BA3/]

En los propios informes de la Causa General veremos como el bando nacional hará culpables de estos sucesos principalmente a la Guardia Roja del Jaime I y al jefe del Arsenal Manuel Gutiérrez, acusado de alentar las ansias de justicia de la tripulación, sin embargo exculpa en cierta medida al jefe de la Base Antonio Ruiz, aunque calificándolo de débil. La realidad, es que mas allá de responsabilidades y culpables, este fue uno de los hechos mas negros de la Guerra Civil, y tuvo lugar en Cartagena.

Para Saber mas:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999.

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.

Cartagena Histórica. CUADERNO MONOGRÁFICO Nº1: Cartagena, 15 de Agosto de 1936. Muerte en la Marina. Los sucesos del Rio Sil y el España número 3, Editorial Aglaya.

sábado, 21 de diciembre de 2019

La Violencia Durante la Guerra Civil en Murcia


Aunque anteriormente hayamos señalado que la Región Murcia no albergó ninguno de los frentes de guerra de la contienda y que durante esta formó parte de la retaguardia republicana. Esto no quiere decir que nuestra región estuviera exenta de la violencia inherente a cualquier Guerra Civil. La violencia colectiva estuvo presente en ella y se cobró un buen número de víctimas mortales, en este caso víctimas de la represión republicana. Pero antes de centrarme en el análisis de las características de esta violencia, me gustaría aclarar que no busco en esta entrada enfatizar la barbarie del bando republicano durante la guerra. Pues en esta guerra fratricida, ninguno de los dos bandos está exento de la aplicación de una represión sistemática hacia el enemigo. De hecho, el bando nacional, ganador de la contienda, dedicará los años posteriores a esta a represaliar a los vencidos y a abrir aún más la brecha de odio que hería a muerte a nuestro país y que a día de hoy no a cicatrizado completamente.

Esta violencia, en todas sus manifestaciones, es además uno de los temas mas tratados historiográficamente en nuestro país y de los que despiertan una mayor atención en el ámbito de la investigación. Centrándose los estudios principalmente en los aspectos cualitativos, antes que en los cuantitativos de dicha violencia. Una violencia que podía ser física o simbólica y que se manifestaría de diversas formas desde el asesinato, hasta el expolio y destrucción de Iglesias y símbolos religiosos.

Los asesinatos por causas políticas durante la Guerra afectaron a casi la totalidad de la región y a sus diferentes municipios, siendo la modalidad del “paseo” la mas utilizada para plagar de víctimas las cunetas, los prados y los cementerios. Fueron muy pocos los municipios que no registran este tipo de asesinatos violentos, municipios como Fuente-Álamo, Villanueva, Albudeite, Ulca, Ojós, Torres de Cotillas o Fortuna. En el resto de municipios, de las 740 muertes que tuvieron lugar durante la guerra por razones políticas, la mayoría fueron provocadas por armas de fuego con heridas de bala o cartuchos de escopeta mayoritariamente, y siendo el disparo en la cabeza o la nuca con destrozo craneal y hemorragia cerebral la principal causa de muerte. Por otra parte, los asesinatos con arma blanca son menos frecuentes y registrados solo en Caravaca, Lorca, Abarán, Blanca y Moratalla.

En cuanto a los ejecutores de esta violencia, en su mayoría son hombres que además presentan una llamativa movilidad, de manera que en muchos de los casos serán personas de fuera de estos pueblos las que llevaran acabo los asesinatos de sus residentes. Por su parte las víctimas pertenecerán en muchas ocasiones a las clases dominantes o acomodadas desde un punto de vista religioso y a la jerarquía eclesiástica, de manera que otra de las características de esta violencia es que se realizaba de una manera selectiva, con un marcado cariz clasista. Centrándose en las clases y grupos sociales que constituían las bases militares y civiles del bando sublevado, por lo que militares, caciques, propietarios, burgueses, altos funcionarios, religiosos y sacerdotes se llevaron la peor parte. Siendo también un indicativo de este carácter selectivo, el hecho de que 295 del total de personas asesinadas, un 62%, eran simpatizantes o militantes de partidos de derecha o que la mayoría de personas que habían ostentado cargos de relevancia en estos partidos antes de la guerra fueran represalidas.

También es interesante la temporalidad y la modalidad de estos asesinatos, de manera que de las 740 muertes violentas que tuvieron lugar en la Región de Murcia durante la guerra, 622, es decir, el 86%, tuvieron lugar en los primeros seis meses de la contienda. Fenómeno que queda también reflejado en el resto de territorios del país leales a la República. Esto nos muestra que la sublevación del bando nacional y el estallido de la guerra, desataron una vorágine de violencia y represión si precedentes, consistente en eliminaciones sistemáticas del enemigo, venganzas y ajustes de cuentas personales bajo la cobertura del conflicto. De esta manera, a partir de Diciembre de 1936, el número de víctimas mortales de la represión desciende en picado, contabilizándose en 1937 solo 24 muertes violentas, 10 en 1938 y solo 5 en los primeros meses, que ascenderían a 61 debído a los sucesos acontecidos en Cartagena en los dias 4 y 5 de Marzo. La crispación que se desarrolló en los primeros momentos de la guerra, coincidió también con el momento de confusión que vivían las instituciones de la república, incapaces de actuar contra esta violencia incontrolada, de manera que la puesta en funcionamiento de los Tribunales Populares, creados para controlar la situación, coinciden también con una paulatina disminución de estos actos de “justicia” deliberada.

En cuanto a la modalidad de esta violencia física, fueron muy frecuentes en la Región de Murcia los asaltos a prisiones y las “sacas”, es decir, la extracción de presos que serán ejecutados sistemáticamente, ignorando la sentencia judicial que sobre ellos habían impuesto las autoridades competentes y que en ocasiones se deban en forma de reacción a un ataque del bando nacional, ignorando la orientación política de los ajusticiados. Este sería el caso de la saca que mayor número de víctimas se cobró durante la guerra, con un total de 49 y que tuvo lugar en Cartagena, como reacción a un bombardeo de la aviación nacional, el 18 de Octubre de 1936, el resultado fue la extracción de estos 49 presos de la Prisión de Partido de San Antón, para ser transportados al Cementerio de Nuestra Sra. de los Remedios, para ser fusilados allí mismo.

También se realizaron sacas a lo largo de la guerra en las prisiones de Mula, el 13 de Agosto de 1936, en la de Lorca, el 19 de Noviembre de este mismo año, en Caravaca el 2 de Octubre o la que tuvo lugar en la propia Murcia el 13 de Septiembre de 1936. Junto a esta, también se llevó a cabo una violencia simbólica y que afectó a la arquitectura y al patrimonio de los municipios murcianos, de manera que entre 1936-1939 muchos edificios fueron destruidos total o parcialmente y otros incautados por agrupaciones antifascistas o las propias instituciones republicanas, que les dieron una utilidad distinta a la original. La destrucción de edificios se dirigió principalmente contra contra Iglesias, Juzgados, edificios de Hacienda o Registros de la propiedad, por tanto no se trata de una destrucción deliberada o gratuita, sino dirigida contra la propiedad, la iglesia o instituciones de control, es decir, símbolos de opresión y dominación.

Por tanto vemos que aunque Murcia no fue un frente de guerra, la violencia de la guerra, también afectaba y de una manera muy importante a la retaguardia, dando lugar a luctuosos sucesos, de los cuales he creído conveniente tratar algunos de ellos, ya que también son parte de la memoria murciana de la guerra civil.

Para saber mas:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

La Mujer Murciana en la Guerra Civil



Hoy me gustaría tratar desde una perspectiva de género la vida en la retaguardia republicana murciana y centrarme en la figura de la mujer murciana y en como esta vivió la guerra, aunque antes de comenzar a ahondar en el tema, me gustaría aclarar que esta generalización no engloba al colectivo de la mujer al completo en toda la región, pues no todas vivieron la guerra de la misma manera. Dicho esto, me centraré en el activismo político femenino y en las agrupaciones de mujeres que surgieron durante la contienda y que están estrechamente ligadas a las labores de caridad de a las que se ha dedicado anteriormente una entrada en este blog.

Partiendo de que la guerra y la movilización antifascista de la República supusieron transformaciones importantes en la condición social de la mujer, no solamente en nuestra región, sino a nivel nacional y en todos los lugares aún leales a la República. Hablaremos de las Agrupaciones o Comités de Mujeres Antifascistas que fueron conocidos popularmente como las AMA. Estas agrupaciones, surgieron como reacción femenina al fascismo y como elementos de lucha antifascista, presentando en ocasiones un carácter dual en el que también tenia cabida la lucha y las reivindicaciones feministas, pero estas últimas siempre subordinadas a la razón de ser de estos grupos, que era la lucha por sus libertades y sus derechos ante la amenaza fascista.

En este sentido, la combatividad femenina contra el fascismo durante la guerra se manifestó de dos maneras: en la figura de la miliciana, que junto a sus camaradas masculinos combatió en los frentes y la de la mujer trabajadora que se incorporó a la producción en la retaguardia, ocupando el lugar que el hombre dejaba al irse a los frentes. Siendo esta última la predominante en la Región de Murcia y en todo el territorio republicano, pues si bien el volumen de mujeres milicianas que lucharon en la guerra era muchísimo menor que el de hombres, en el caso murciano, solo se conocen 5 mujeres milicianas que lucharon en el frente de Almería, integradas en la VI Brigada Mixta.

 Milicianas republicanas durante la Guerra Civil. [ Imagen extraída de: http://www.nocierreslosojos.com/mujer-guerra-civil-espana/ ] publicada el 25/01/18 por Grupo AKAL.

Por tanto, vemos que en todo el territorio republicano, la figura de la mujer miliciana no era la más frecuente, ni tampoco era un ejemplo a seguir. Pues, nada mas lejos de la realidad, a pesar de los cambios experimentados durante la República en cuanto a libertades y derechos de la mujer, que en algunos aspectos fueron muy importantes, como la consecución del derecho al voto, aún imperaban los tradicionales roles de género, reforzados por los mensajes del propio Gobierno: “ Hombres al frente, Mujeres a la Retaguardia”

De hecho, muchas de estas mujeres antifascistas en ningún momento cuestionaron esta tradicional división sexual de los roles de hombres y mujeres, y a menudo dignificaron los papeles de la mujer como esposa, madre o hija. Incluso organismos considerados como revolucionarios, como el Comité de Alianza Revolucionaria CNT-UGT de Cartagena, contribuyó a la perpetuación de la división sexual del trabajo.

Pero a pesar de que la lucha feminista quedara en muchas ocasiones en un segundo plano, estas agrupaciones de mujeres antifascistas de extendieron por todas las provincias afectas a la República del territorio nacional, desde importantes capitales de provincia a ciudades y pueblos españoles, e incluso a los lugares mas recónditos del país. En la ciudad de Murcia la AMA quedaba constituida el 16 de Octubre de 1936, lanzando una proclama recogida en la prensa local de El Liberal, que decía lo siguiente:
¡Mujeres antifascistas! La guerra civil desencadenada en nuestro país exige de todas las mujeres de sentimientos humanos una mayor ayuda a aquellos seres defensores de nuestras vidas, de nuestro porvenir y el de nuestros hijos. Siendo necesario la constitución de una Asociación de Mujeres para prestar la precisa colaboración de todas las mujeres que sientan el odio al fascismo, os llamamos, sin distinción de ideas políticas o religiosas, para que agrupadas bajo la consigna de la lucha contra los ensangrentadores de nuestra patria, os inscribáis en la Asociación de Mujeres Antifascistas…
¡Formemos la retaguardia, y todas unidas ayudemos al triunfo de nuestra causa!

Esta tuvo una gran acogida y repercusión en toda la provincia, de manera que tan solo un mes mas tarde comenzaron a funcionar comités de la AMA en distintos municipios de la región como el de Molina, Lorca, Moratalla. Aprovechando el apoyo de los partidos de izquierda como el del PCE en el caso lorquino. De manera que, a lo largo de la guerra se fueron creando nuevos comités de las AMA como los de Caravaca y Cieza, en 1938. Es llamativo también el caso de Cartagena, en el que su nacimiento estuvo muy ligado a las mujeres afiliadas al PCE y a la UGT, que durante la guerra trabajaron en diferentes ramas de la producción como los Sindicatos Obreros Agrícolas, Servicios de Hospitales, de Oficios Varios, etc. Sin embargo, a pesar de que las mujeres que se afiliaron a las AMA pertenecieron a distintas clases sociales y a diferentes orientaciones políticas, aglutinando a mujeres republicanas, socialistas o comunistas, entre otras. Todas permanecían firmes y unidas en su lucha contra el fascismo.

Para saber más:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.