Hacia
finales de Febrero y principios de Marzo de 1939, se aproximaba el
final de la guerra que por entonces ya tenía un claro vencedor, tras
la caída de Cataluña, la resistencia republicana agonizaba y en la
última semana de Febrero los gobiernos de Francia y Gran Bretaña
reconocían a Franco, además, Azaña dimitía de la Presidencia de
la República y le sustituía Juan Negrín, apoyado solo por los
comunistas y que abogaba por una política de resistencia, mientras
en las propias filas republicanas, se tramaban conspiraciones para
dar el estoque definitivo a la República y dar por terminada la
guerra.
En
Cartagena, la situación no era distinta y la escasez alimenticia,
junto con las dificultades de abastecimiento, los bombardeos, cada
vez mas frecuentes y los continuos reveses en la marcha de la guerra
habían ido minando la moral de la población cartagenera. Además,
el frente popular en Cartagena estaba totalmente roto y a excepción
del Partido Comunista, todos los demás se negaban a seguir la
política de resistencia propuesta por Negrín. De manera que en
estos últimos meses de la contienda, se fueron desarrollando en
Cartagena corrientes conspiratorias que podríamos diferenciar en dos
ramas: Una, compartida principalmente por los mandos de la flota que
en oposición a Negrín y los comunistas, pretendían poner fin a la
guerra y otra que pretendía poner fin a la Guerra pero mediante la
sublevación para poner a la ciudad al servicio de Franco.
Ambas
corrientes confluyeron en dar vida a esta sublevación en la noche
del 4 de Marzo de 1939, como reacción al nombramiento del comunista
Carlos Bernal como jefe de la base con un plan que pretendía hacerse
con los puntos más importantes de la ciudad, como el Arsenal, las
baterías de costa, la Intendencia de la armada o la cárcel, donde
serían liberados los presos derechistas. Una vez tomado el control
de los puntos mas importantes de la ciudad y situando en el Parque de
Artillería el centro de las operaciones, así como de las baterías
de costa, el objetivo sería persuadir a la flota para que abandonara
Cartagena y solicitar los refuerzos del bando nacional para culminar
la sublevación.
A
pesar de la poca unidad de mando de los grupos sublevados y de la
confusión que imperaba entre ellos, sin llegar a estar muy
convencidos de hasta que punto se involucrarían en el golpe. El plan
se desarrolló más o menos con éxito en la noche del 4 al 5 de
Marzo y se consiguió que la flota abandonara Cartagena, la
percepción desde dentro de la ciudad, era la de que la resistencia
republicana había caído. Lo que nadie de la ciudad sabía, es que
el día anterior, se había dado la orden a la 206 Brigada Mixta, del
ejército republicano de Levante de que se dirigiera hacia Cartagena
y que en la mañana del 5 de Marzo, se encontraba a tan solo 14 km de
Cartagena. En unas pocas horas, las fuerzas republicanas retomaron el
control de los puntos más importantes de la ciudad, muriendo 61
sublevados en el proceso. Sin embargo, las peticiones de refuerzos
desde Cartagena ya habían llegado por telegrafía al Cuartel General
de Franco en Burgos, que organizó gran ofensiva por mar para
desembarcar a unos 19000 hombres en Cartagena con una fuerza de
desembarco de 22 buques. Operación que no se materializó debido a
la recuperación de la ciudad por las fuerzas republicanas antes de
que llegaran los refuerzos.
En
este contexto tuvo lugar la tragedia del “Castillo de Olite”, un
viejo mercante soviético que había sido capturado en el Estrecho y
reconvertido, este formaba parte de la fuerza de desembarco y había
salido de Castellón a las 10:15 h del día 6 de Marzo con 2200
hombres a bordo, de los batallones 2 y 3 del Regimiento de Zamora, la
plana mayor de la División 83, un grupo de cañones y el cuerpo
jurídico del Ejército de Galicia. Este barco, que carecía de
estación telegráfica, no estaba al tanto de los sucesos en
Cartagena y a las 11 de la mañana del 7 de Marzo llegó a la altura
del islote de Escombreras, pero cuando se encontraba entre los
malecones del puerto, recibió un disparo de las baterías de pequeño
calibre que habían en el malecón de la Curra, que no acierta en la
embarcación. En este momento el barco cambió de rumbo, intentando
huir hacia el sur, pero en este intento se puso en la línea de tiro
de la batería de la Parejola, que efectuó cuatro disparos, de los
cuales el tercero y el cuarto impactaron con el buque.
Buque Castillo de Olite. [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]
El
primero de los impactos alcanzó la parte del barco en la que se
transportaban las municiones, provocando una enorme explosión y
provocando el rápido hundimiento del barco. Solo entre 700 y 1000
hombres salieron con vida de esta catástrofe, auxiliados por los
pescadores o alcanzando la tierra a nado. Los muertos se estiman
entre 1200 y 1500 en la que se considera la mayor catástrofe
marítima en aguas españolas. Así terminaban las víctimas de la
guerra en Cartagena, último bastión de la resistencia republicana,
que se enfrentaba al término de la guerra, pocos días después a
duros años de represión franquista.
Monumento conmemorativo de las víctimas del "Castillo de Olite". [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]
Para
saber mas:
MARTÍNEZ
LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939),
Universidad de Murcia, 1990.
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