martes, 31 de diciembre de 2019

La Prisión Provincial de Murcia o Cárcel Vieja: Un ejemplo de lugar de memoria histórica de la Guerra Civil y la Dictadura.



Como hemos señalado con anterioridad, este blog no iba a tratar únicamente de presentar distintos lugares aislados, que por su valor histórico, formaran parte de la memoria colectiva de nuestra región o de su patrimonio. Pero el caso de la Prisión Provincial, es en efecto un ejemplo de lo anterior. Tanto por la importancia que este edificio tienen como elemento identitario de la sociedad murciana, como por la necesidad de reivindicar su importancia, después de largos años de abandono, desde que el edificio perdió su función original hasta 1980.

En este largo periodo de abandono, el edificio ha sobrevivido a varios intentos de demolición total, y a otros de demolición parcial, que en algunos casos habrían supuesto también una renovación y recuperación del edificio. Sin embargo, hasta día de hoy, la Prisión Provincial, situada en el número 2 de la Avenida Primo de Rivera, formando parte del entramado urbano de un punto neurálgico de la ciudad como es la Plaza Circular. Esperando en estado de ruina, hasta que por fin se ha puesto en marcha un plan efectivo para su rehabilitación, respetando en todo lo posible su estructura y forma original.

La construcción de la Prisión Provincial se planteo en el 1922, con el objetivo de que el nuevo centro penitenciario sustituyera en su función a la cárcel de la Misericordia Nueva, que se ubicaba en el paseo de Garay. La construcción finalizó en 1927 y fue inaugurada el 26 de Mayo de 1929, encontrándose en este momento a las afueras del casco histórico de Murcia. A partir de este momento la Prisión Provincial pasó a ser el centro penitenciario principal de la Región, con una capacidad de hasta 400 reclusos. De manera que durante la II República y la Guerra Civil, la Prisión Provincial fue también el principal centro penitenciario republicano.

Sin embargo, fue al término de la guerra y en el contexto de represalias políticas impulsadas por el Nuevo Régimen cuando este edificio adquirió un mayor protagonismo, estos fueron los años en que quedó grabado por su significación política en la memoria colectiva de Murcia, como símbolo de la represión franquista. En estos años de posguerra, la cárcel vieja fue el principal centro de internamiento de rojos, republicanos y en definitiva, presos políticos. Estando también habilitados a este efecto en la ciudad los conventos de las Isabelas y las Angustias. En ella, se estimó que llegaron a coincidir más de 3000 presos, a la espera de juicios sumarísimos.

Por tanto las condiciones de vida de los presos eran realmente duras, el hacinamiento provocaba que muchos presos tuvieran que dormir a la intemperie en los patios, una gran escasez de alimentos que provocaba gran cantidad de muertes por hambre y unas precarias condiciones de higiene que hacían proliferar las enfermedades como el tifus, la hepatitis, el tracoma, gastritis, etc. A lo que tendríamos que añadir los fusilamientos que se realizaban en los mismos patios de la presión, delante del resto de presos, teniendo estos que caminar después por encima de los cadáveres, como medida ejemplarizante, las palizas, las violaciones colectivas por parte de miembros de la Falange o los castigos de hasta 30 a 60 días en las celdas de aislamiento.

Además, los presos estaban sometidos a fuertes medidas de adoctrinamiento político, moral y religioso. De manera que la correspondencia privada de los pesos era censurada y revisada por las autoridades de la cárcel y además estos eran obligados a acudir a diariamente a misa. Unas condiciones durísimas, constatadas por los propios testimonios de los presos y que no son exclusivas de esta cárcel, sino que también se dieron en el resto de cárceles españolas en los primeros años de la dictadura.

La Prisión Provincial cesó su actividad en 1980, trasladándose las funciones de Prisión Provincial a la nueva Cárcel de Sangonera y desde entonces se ha visto en estado de abandono, llegando a presentar un estado de ruina deplorable para un edificio que forma parte del patrimonio cultural de la ciudad. Tras casi 40 años de abandono y proyectos infructuosos de demolición y de reutilización. Primero como Museo de Murcia y más tarde como sede de la Agencia Tributaria, hay un verdadero proyecto en marcha, que comenzará a hacerse efectivo en 2020, haciendo justicia a un edificio que albergó el sufrimiento de miles de represaliados por el régimen franquista tras la guerra, su recuerdo entre sus muros y que jamás debió caer en el olvido. Para finalizar me gustaría dedicar esta entrada a Don Ángel Mena Rubio y Don Pedro José Mena Rubio, hermanos de mi abuelo, que cumplieron condena de diez años en la Prisión Provincial por responsabilidades políticas.

    Fachada Principal de la Cárcel Vieja de Murcia. [Imagen extraída de: La Prisión Provincial de Murcia: Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural. FRANCISCO J. MEDINA-ALBADALEJO]




Para Saber más:

J. MEDINA-ALBADALEJO, FRANCISCO: La Prisión Provincial de Murcia: Una aproximación arquitectónica, histórica y cultural. Universidad de Murcia, 2009.



viernes, 27 de diciembre de 2019

El Final de la Guerra en Cartagena: La Tragedia del "Castillo de Olite"


Hacia finales de Febrero y principios de Marzo de 1939, se aproximaba el final de la guerra que por entonces ya tenía un claro vencedor, tras la caída de Cataluña, la resistencia republicana agonizaba y en la última semana de Febrero los gobiernos de Francia y Gran Bretaña reconocían a Franco, además, Azaña dimitía de la Presidencia de la República y le sustituía Juan Negrín, apoyado solo por los comunistas y que abogaba por una política de resistencia, mientras en las propias filas republicanas, se tramaban conspiraciones para dar el estoque definitivo a la República y dar por terminada la guerra.

En Cartagena, la situación no era distinta y la escasez alimenticia, junto con las dificultades de abastecimiento, los bombardeos, cada vez mas frecuentes y los continuos reveses en la marcha de la guerra habían ido minando la moral de la población cartagenera. Además, el frente popular en Cartagena estaba totalmente roto y a excepción del Partido Comunista, todos los demás se negaban a seguir la política de resistencia propuesta por Negrín. De manera que en estos últimos meses de la contienda, se fueron desarrollando en Cartagena corrientes conspiratorias que podríamos diferenciar en dos ramas: Una, compartida principalmente por los mandos de la flota que en oposición a Negrín y los comunistas, pretendían poner fin a la guerra y otra que pretendía poner fin a la Guerra pero mediante la sublevación para poner a la ciudad al servicio de Franco.

Ambas corrientes confluyeron en dar vida a esta sublevación en la noche del 4 de Marzo de 1939, como reacción al nombramiento del comunista Carlos Bernal como jefe de la base con un plan que pretendía hacerse con los puntos más importantes de la ciudad, como el Arsenal, las baterías de costa, la Intendencia de la armada o la cárcel, donde serían liberados los presos derechistas. Una vez tomado el control de los puntos mas importantes de la ciudad y situando en el Parque de Artillería el centro de las operaciones, así como de las baterías de costa, el objetivo sería persuadir a la flota para que abandonara Cartagena y solicitar los refuerzos del bando nacional para culminar la sublevación.

A pesar de la poca unidad de mando de los grupos sublevados y de la confusión que imperaba entre ellos, sin llegar a estar muy convencidos de hasta que punto se involucrarían en el golpe. El plan se desarrolló más o menos con éxito en la noche del 4 al 5 de Marzo y se consiguió que la flota abandonara Cartagena, la percepción desde dentro de la ciudad, era la de que la resistencia republicana había caído. Lo que nadie de la ciudad sabía, es que el día anterior, se había dado la orden a la 206 Brigada Mixta, del ejército republicano de Levante de que se dirigiera hacia Cartagena y que en la mañana del 5 de Marzo, se encontraba a tan solo 14 km de Cartagena. En unas pocas horas, las fuerzas republicanas retomaron el control de los puntos más importantes de la ciudad, muriendo 61 sublevados en el proceso. Sin embargo, las peticiones de refuerzos desde Cartagena ya habían llegado por telegrafía al Cuartel General de Franco en Burgos, que organizó gran ofensiva por mar para desembarcar a unos 19000 hombres en Cartagena con una fuerza de desembarco de 22 buques. Operación que no se materializó debido a la recuperación de la ciudad por las fuerzas republicanas antes de que llegaran los refuerzos.

En este contexto tuvo lugar la tragedia del “Castillo de Olite”, un viejo mercante soviético que había sido capturado en el Estrecho y reconvertido, este formaba parte de la fuerza de desembarco y había salido de Castellón a las 10:15 h del día 6 de Marzo con 2200 hombres a bordo, de los batallones 2 y 3 del Regimiento de Zamora, la plana mayor de la División 83, un grupo de cañones y el cuerpo jurídico del Ejército de Galicia. Este barco, que carecía de estación telegráfica, no estaba al tanto de los sucesos en Cartagena y a las 11 de la mañana del 7 de Marzo llegó a la altura del islote de Escombreras, pero cuando se encontraba entre los malecones del puerto, recibió un disparo de las baterías de pequeño calibre que habían en el malecón de la Curra, que no acierta en la embarcación. En este momento el barco cambió de rumbo, intentando huir hacia el sur, pero en este intento se puso en la línea de tiro de la batería de la Parejola, que efectuó cuatro disparos, de los cuales el tercero y el cuarto impactaron con el buque.
    Buque Castillo de Olite. [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]

El primero de los impactos alcanzó la parte del barco en la que se transportaban las municiones, provocando una enorme explosión y provocando el rápido hundimiento del barco. Solo entre 700 y 1000 hombres salieron con vida de esta catástrofe, auxiliados por los pescadores o alcanzando la tierra a nado. Los muertos se estiman entre 1200 y 1500 en la que se considera la mayor catástrofe marítima en aguas españolas. Así terminaban las víctimas de la guerra en Cartagena, último bastión de la resistencia republicana, que se enfrentaba al término de la guerra, pocos días después a duros años de represión franquista.
Monumento conmemorativo de las víctimas del "Castillo de Olite". [Imagen Extraída de: https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373&r=ReP-22721-DETALLE_REPORTAJESPADRE]













Para saber mas:

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.




domingo, 22 de diciembre de 2019

Los sucesos de los buques " España nº3" y "Rio Sil"



Los sucesos ocurridos en Cartagena en Agosto de 1936, forman parte de la violencia física que se desató en la Región de Murcia durante los primeros meses de la Guerra, siendo las matanzas que tuvieron lugar en estos dos buques, las que dispararon las cifras de víctimas mortales en estos primeros meses, ya que solo entre el 14 y el 15 de Agosto, el número de fallecidos en estas matanzas fue de 319. Quedando este hecho grabado en la memoria de la población cartagenera y recogido en los testimonios de los que lo vivieron y en la documentación escrita de la Causa General de Murcia. Instruida tras la guerra por el gobierno franquista, en el afán de represaliar a los vencidos.

Pero para entender estos sucesos, es importante entender el contexto de crispación social que se vivía en Cartagena desde el comienzo del conflicto, donde, apenas un mes antes, había fracasado la sublevación de los afectos al bando nacional, muchos de ellos pertenecientes a la oficialidad de la armada que se encontraba en Cartagena. La decidida actuación de las fuerzas republicanas consiguió neutralizar el golpe, y decidiría la suerte de Cartagena, y seguramente de la Región de Murcia durante toda la guerra, que sería republicana. Sin embargo, se vivía en la ciudad una enorme tensión, ya que, tanto parte de las tripulaciones como la masa social enfurecida de Cartagena exigían una rápida justicia contra los sublevados, muchos de ellos presos en las bodegas del España nº3, así como contra los guardias civiles sublevados procedentes de Albacete, también prisioneros en el “Rio Sil”.

En este contexto, en el que en las semanas anteriores ya se veían síntomas de lo insostenible que era la situación, ya que el 31 de Julio, habían sido fusilados 2 oficiales en el buque Cervantes y el 3 de Agosto, 3 mas eran fusilados en el Libertad. La llegada al puerto de Cartagena del Acorazado Jaime I, que había sido bombardeado dos días antes, el 12 de Agosto en Málaga por un avión JV-52 de la aviación nacional, provocándole importantes daños y la muerte de tres de sus tripulantes, hiriendo a otros ocho, fue la gota que colmó el vaso y que precipitó los luctuosos sucesos.

        Acorazado Jaime I. Imagen extrída de [Cartagena histórica. Cuaderno monográfico nº4. El Acorazado Jaime I]
     
En la tripulación el Jaime I, funcionaba un comité formado en su mayoría por anarquistas y una guardia roja, que a su llegada a Cartagena exigieron a las autoridades de la marina de la Base, la entrega de los prisioneros de los dos buques. Por lo que, ante el clima de excitación que se vivía en la ciudad y la nueva amenaza de la guardia roja del Jaime I, el jefe de la Base, Antonio Ruiz, ordenó el traslado de los presos a la cárcel del Arsenal.

De manera que en la noche del 14 al 15 de Agosto a las 00:30 comenzó el traslado del primer grupo de 10 presos del “Rio Sil” a la cárcel de la ciudad, que se encontraba junto al Arsenal, de manera que para no llamar la atención, transportando a los presos por las calles principales, se abrió un boquete en una de las paredes del Arsenal por el que pasarían los presos para ser dirigidos al penal. Sin embargo, según relata el informe del jefe del Arsenal, Manuel Gutierrez. Aunque la situación parecía controlada, al llegar ante el Cuartel de Marinería, los presos comenzaron a lanzar insultos y provocaciones contra los marineros, formándose un gran tumulto que dos de ellos aprovecharon para intentar escapar, sin embargo fueron detenidos. Entre este caos y ante la incapacidad de los superiores de hacerse oir, el personal del arsenal junto a algunos milicianos que se encontraban armados, dirigieron a los presos hacia el callejón en el que se encontraba el acceso al presidio, donde fueron acribillados a balazos.

Ciertos aspectos de este testimonio resultan poco creíbles, pues es difícil creer que los presos tuvieran una actitud provocativa en esta situación y menos aún que trataran de huir, sin embargo tampoco podemos hablar de una planificación de estas ejecuciones que si se hubieran llevado a cabo con los mas de 300 prisioneros, habrían tenido una enorme publicidad en la ciudad. Ante tales sucesos, sería el propio Manuel Gutiérrez el que suspendió el traslado y dio la orden de que los dos buques se echaran al mar, sin embargo esto no detuvo la masacre.

En el “Rio Sil”, cuando el barco se encontraba a treinta millas del cuerpo, la dotación de este comenzó a sacar de la bodega a los prisioneros, atándolos de dos en dos y echándolos al mar con lastres en los pies, siendo 52 los asesinados, de los cueles 46 eran guardias civiles y 6 oficiales del ejército de Albacete y Murcia. Aunque la matanza podría haber sido mayor, pues en las bodegas del barco aún quedaron mas de 300 prisioneros, la amenaza de estos de quemar el barco freno la matanza. Aun así, a su vuelta al muelle de Cartagena, este fue recibido entre gritos de aprobación de la dotación del Jaime I, de algunos paisanos y del personal del Arsenal.

En el España nº3, el número de fusilados y arrojados al mar asciende según los informes de la Causa General a 147, de los cuales, 94 pertenecían a la armada y resto a los cuerpos del Ejército Guardia Civil y Carabineros. Como vemos, los informes del “Rio Sil” y del España nº3 escritos por Manuel Gutiérrez, jefe del Arsenal y Francisco Llorca respectivamente coinciden en echar la culpa de la masacre al estado de crispación existente ya desde el comienzo de la guerra entre las tripulaciones. Sin embargo, el hecho de que los buques fueran recibidos posteriormente entre la exaltación popular nos muestran que las matanzas ya habían sido previstas antes de que los buques zarpasen hacia alta mar.

    Buque España nº3. [Imagen Extraída de: https://vidamaritima.com/2008/02/espana-n%C2%BA3/]

En los propios informes de la Causa General veremos como el bando nacional hará culpables de estos sucesos principalmente a la Guardia Roja del Jaime I y al jefe del Arsenal Manuel Gutiérrez, acusado de alentar las ansias de justicia de la tripulación, sin embargo exculpa en cierta medida al jefe de la Base Antonio Ruiz, aunque calificándolo de débil. La realidad, es que mas allá de responsabilidades y culpables, este fue uno de los hechos mas negros de la Guerra Civil, y tuvo lugar en Cartagena.

Para Saber mas:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999.

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.

Cartagena Histórica. CUADERNO MONOGRÁFICO Nº1: Cartagena, 15 de Agosto de 1936. Muerte en la Marina. Los sucesos del Rio Sil y el España número 3, Editorial Aglaya.

sábado, 21 de diciembre de 2019

La Violencia Durante la Guerra Civil en Murcia


Aunque anteriormente hayamos señalado que la Región Murcia no albergó ninguno de los frentes de guerra de la contienda y que durante esta formó parte de la retaguardia republicana. Esto no quiere decir que nuestra región estuviera exenta de la violencia inherente a cualquier Guerra Civil. La violencia colectiva estuvo presente en ella y se cobró un buen número de víctimas mortales, en este caso víctimas de la represión republicana. Pero antes de centrarme en el análisis de las características de esta violencia, me gustaría aclarar que no busco en esta entrada enfatizar la barbarie del bando republicano durante la guerra. Pues en esta guerra fratricida, ninguno de los dos bandos está exento de la aplicación de una represión sistemática hacia el enemigo. De hecho, el bando nacional, ganador de la contienda, dedicará los años posteriores a esta a represaliar a los vencidos y a abrir aún más la brecha de odio que hería a muerte a nuestro país y que a día de hoy no a cicatrizado completamente.

Esta violencia, en todas sus manifestaciones, es además uno de los temas mas tratados historiográficamente en nuestro país y de los que despiertan una mayor atención en el ámbito de la investigación. Centrándose los estudios principalmente en los aspectos cualitativos, antes que en los cuantitativos de dicha violencia. Una violencia que podía ser física o simbólica y que se manifestaría de diversas formas desde el asesinato, hasta el expolio y destrucción de Iglesias y símbolos religiosos.

Los asesinatos por causas políticas durante la Guerra afectaron a casi la totalidad de la región y a sus diferentes municipios, siendo la modalidad del “paseo” la mas utilizada para plagar de víctimas las cunetas, los prados y los cementerios. Fueron muy pocos los municipios que no registran este tipo de asesinatos violentos, municipios como Fuente-Álamo, Villanueva, Albudeite, Ulca, Ojós, Torres de Cotillas o Fortuna. En el resto de municipios, de las 740 muertes que tuvieron lugar durante la guerra por razones políticas, la mayoría fueron provocadas por armas de fuego con heridas de bala o cartuchos de escopeta mayoritariamente, y siendo el disparo en la cabeza o la nuca con destrozo craneal y hemorragia cerebral la principal causa de muerte. Por otra parte, los asesinatos con arma blanca son menos frecuentes y registrados solo en Caravaca, Lorca, Abarán, Blanca y Moratalla.

En cuanto a los ejecutores de esta violencia, en su mayoría son hombres que además presentan una llamativa movilidad, de manera que en muchos de los casos serán personas de fuera de estos pueblos las que llevaran acabo los asesinatos de sus residentes. Por su parte las víctimas pertenecerán en muchas ocasiones a las clases dominantes o acomodadas desde un punto de vista religioso y a la jerarquía eclesiástica, de manera que otra de las características de esta violencia es que se realizaba de una manera selectiva, con un marcado cariz clasista. Centrándose en las clases y grupos sociales que constituían las bases militares y civiles del bando sublevado, por lo que militares, caciques, propietarios, burgueses, altos funcionarios, religiosos y sacerdotes se llevaron la peor parte. Siendo también un indicativo de este carácter selectivo, el hecho de que 295 del total de personas asesinadas, un 62%, eran simpatizantes o militantes de partidos de derecha o que la mayoría de personas que habían ostentado cargos de relevancia en estos partidos antes de la guerra fueran represalidas.

También es interesante la temporalidad y la modalidad de estos asesinatos, de manera que de las 740 muertes violentas que tuvieron lugar en la Región de Murcia durante la guerra, 622, es decir, el 86%, tuvieron lugar en los primeros seis meses de la contienda. Fenómeno que queda también reflejado en el resto de territorios del país leales a la República. Esto nos muestra que la sublevación del bando nacional y el estallido de la guerra, desataron una vorágine de violencia y represión si precedentes, consistente en eliminaciones sistemáticas del enemigo, venganzas y ajustes de cuentas personales bajo la cobertura del conflicto. De esta manera, a partir de Diciembre de 1936, el número de víctimas mortales de la represión desciende en picado, contabilizándose en 1937 solo 24 muertes violentas, 10 en 1938 y solo 5 en los primeros meses, que ascenderían a 61 debído a los sucesos acontecidos en Cartagena en los dias 4 y 5 de Marzo. La crispación que se desarrolló en los primeros momentos de la guerra, coincidió también con el momento de confusión que vivían las instituciones de la república, incapaces de actuar contra esta violencia incontrolada, de manera que la puesta en funcionamiento de los Tribunales Populares, creados para controlar la situación, coinciden también con una paulatina disminución de estos actos de “justicia” deliberada.

En cuanto a la modalidad de esta violencia física, fueron muy frecuentes en la Región de Murcia los asaltos a prisiones y las “sacas”, es decir, la extracción de presos que serán ejecutados sistemáticamente, ignorando la sentencia judicial que sobre ellos habían impuesto las autoridades competentes y que en ocasiones se deban en forma de reacción a un ataque del bando nacional, ignorando la orientación política de los ajusticiados. Este sería el caso de la saca que mayor número de víctimas se cobró durante la guerra, con un total de 49 y que tuvo lugar en Cartagena, como reacción a un bombardeo de la aviación nacional, el 18 de Octubre de 1936, el resultado fue la extracción de estos 49 presos de la Prisión de Partido de San Antón, para ser transportados al Cementerio de Nuestra Sra. de los Remedios, para ser fusilados allí mismo.

También se realizaron sacas a lo largo de la guerra en las prisiones de Mula, el 13 de Agosto de 1936, en la de Lorca, el 19 de Noviembre de este mismo año, en Caravaca el 2 de Octubre o la que tuvo lugar en la propia Murcia el 13 de Septiembre de 1936. Junto a esta, también se llevó a cabo una violencia simbólica y que afectó a la arquitectura y al patrimonio de los municipios murcianos, de manera que entre 1936-1939 muchos edificios fueron destruidos total o parcialmente y otros incautados por agrupaciones antifascistas o las propias instituciones republicanas, que les dieron una utilidad distinta a la original. La destrucción de edificios se dirigió principalmente contra contra Iglesias, Juzgados, edificios de Hacienda o Registros de la propiedad, por tanto no se trata de una destrucción deliberada o gratuita, sino dirigida contra la propiedad, la iglesia o instituciones de control, es decir, símbolos de opresión y dominación.

Por tanto vemos que aunque Murcia no fue un frente de guerra, la violencia de la guerra, también afectaba y de una manera muy importante a la retaguardia, dando lugar a luctuosos sucesos, de los cuales he creído conveniente tratar algunos de ellos, ya que también son parte de la memoria murciana de la guerra civil.

Para saber mas:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

La Mujer Murciana en la Guerra Civil



Hoy me gustaría tratar desde una perspectiva de género la vida en la retaguardia republicana murciana y centrarme en la figura de la mujer murciana y en como esta vivió la guerra, aunque antes de comenzar a ahondar en el tema, me gustaría aclarar que esta generalización no engloba al colectivo de la mujer al completo en toda la región, pues no todas vivieron la guerra de la misma manera. Dicho esto, me centraré en el activismo político femenino y en las agrupaciones de mujeres que surgieron durante la contienda y que están estrechamente ligadas a las labores de caridad de a las que se ha dedicado anteriormente una entrada en este blog.

Partiendo de que la guerra y la movilización antifascista de la República supusieron transformaciones importantes en la condición social de la mujer, no solamente en nuestra región, sino a nivel nacional y en todos los lugares aún leales a la República. Hablaremos de las Agrupaciones o Comités de Mujeres Antifascistas que fueron conocidos popularmente como las AMA. Estas agrupaciones, surgieron como reacción femenina al fascismo y como elementos de lucha antifascista, presentando en ocasiones un carácter dual en el que también tenia cabida la lucha y las reivindicaciones feministas, pero estas últimas siempre subordinadas a la razón de ser de estos grupos, que era la lucha por sus libertades y sus derechos ante la amenaza fascista.

En este sentido, la combatividad femenina contra el fascismo durante la guerra se manifestó de dos maneras: en la figura de la miliciana, que junto a sus camaradas masculinos combatió en los frentes y la de la mujer trabajadora que se incorporó a la producción en la retaguardia, ocupando el lugar que el hombre dejaba al irse a los frentes. Siendo esta última la predominante en la Región de Murcia y en todo el territorio republicano, pues si bien el volumen de mujeres milicianas que lucharon en la guerra era muchísimo menor que el de hombres, en el caso murciano, solo se conocen 5 mujeres milicianas que lucharon en el frente de Almería, integradas en la VI Brigada Mixta.

 Milicianas republicanas durante la Guerra Civil. [ Imagen extraída de: http://www.nocierreslosojos.com/mujer-guerra-civil-espana/ ] publicada el 25/01/18 por Grupo AKAL.

Por tanto, vemos que en todo el territorio republicano, la figura de la mujer miliciana no era la más frecuente, ni tampoco era un ejemplo a seguir. Pues, nada mas lejos de la realidad, a pesar de los cambios experimentados durante la República en cuanto a libertades y derechos de la mujer, que en algunos aspectos fueron muy importantes, como la consecución del derecho al voto, aún imperaban los tradicionales roles de género, reforzados por los mensajes del propio Gobierno: “ Hombres al frente, Mujeres a la Retaguardia”

De hecho, muchas de estas mujeres antifascistas en ningún momento cuestionaron esta tradicional división sexual de los roles de hombres y mujeres, y a menudo dignificaron los papeles de la mujer como esposa, madre o hija. Incluso organismos considerados como revolucionarios, como el Comité de Alianza Revolucionaria CNT-UGT de Cartagena, contribuyó a la perpetuación de la división sexual del trabajo.

Pero a pesar de que la lucha feminista quedara en muchas ocasiones en un segundo plano, estas agrupaciones de mujeres antifascistas de extendieron por todas las provincias afectas a la República del territorio nacional, desde importantes capitales de provincia a ciudades y pueblos españoles, e incluso a los lugares mas recónditos del país. En la ciudad de Murcia la AMA quedaba constituida el 16 de Octubre de 1936, lanzando una proclama recogida en la prensa local de El Liberal, que decía lo siguiente:
¡Mujeres antifascistas! La guerra civil desencadenada en nuestro país exige de todas las mujeres de sentimientos humanos una mayor ayuda a aquellos seres defensores de nuestras vidas, de nuestro porvenir y el de nuestros hijos. Siendo necesario la constitución de una Asociación de Mujeres para prestar la precisa colaboración de todas las mujeres que sientan el odio al fascismo, os llamamos, sin distinción de ideas políticas o religiosas, para que agrupadas bajo la consigna de la lucha contra los ensangrentadores de nuestra patria, os inscribáis en la Asociación de Mujeres Antifascistas…
¡Formemos la retaguardia, y todas unidas ayudemos al triunfo de nuestra causa!

Esta tuvo una gran acogida y repercusión en toda la provincia, de manera que tan solo un mes mas tarde comenzaron a funcionar comités de la AMA en distintos municipios de la región como el de Molina, Lorca, Moratalla. Aprovechando el apoyo de los partidos de izquierda como el del PCE en el caso lorquino. De manera que, a lo largo de la guerra se fueron creando nuevos comités de las AMA como los de Caravaca y Cieza, en 1938. Es llamativo también el caso de Cartagena, en el que su nacimiento estuvo muy ligado a las mujeres afiliadas al PCE y a la UGT, que durante la guerra trabajaron en diferentes ramas de la producción como los Sindicatos Obreros Agrícolas, Servicios de Hospitales, de Oficios Varios, etc. Sin embargo, a pesar de que las mujeres que se afiliaron a las AMA pertenecieron a distintas clases sociales y a diferentes orientaciones políticas, aglutinando a mujeres republicanas, socialistas o comunistas, entre otras. Todas permanecían firmes y unidas en su lucha contra el fascismo.

Para saber más:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Los Organismos de Ayuda Humanitaria de la Retaguardia Republicana en Murcia


En esta entrada me gustaría plasmar que este blog, mas que abarcar solamente lugares de memoria de histórica de la Guerra Civil en la Región de Murcia de manera aislada, tratará de reconstruir fragmentos de la retaguardia republicana murciana, con el fin de crear un relato mas completo de la Guerra Civil en nuestra región y abarcando aspectos que también considero importantes y a los que dedicaré varias de mis publicaciones. Pues considero que estos lugares forman parte de los contextos que se dieron durante la guerra y son parte del relato, los lugares donde acontecieron las coyunturas históricas que a nosotros nos interesan.

Por tanto, hoy quiero hablaros de las iniciativas de caridad y ayuda humanitaria republicana durante la guerra y de los organismos que en la Región de Murcia desempeñaron dicha labor, en muchas ocasiones amparadas por el propio gobierno del Frente Popular. Y con esto, de alguna manera reseñar la encomiable labor realizada por estas en tiempos difíciles y delicados para nuestra región. Para ello, debemos entender que la guerra trastocó profundamente el transcurso normal de la vida de los diferentes grupos sociales en múltiples aspectos. Cambios, que también afectaron de maneras distintas dependiendo al grupo social que analicemos: niños, mujeres, responsables políticos, refugiados, campesinos, patronos, clero…

De esta manera, es interesante conocer los diferentes prismas desde los que el pueblo vivió la guerra y las diferentes opciones de combatividad y solidaridad que se desarrollaron durante esta, por ejemplo para el abastecimiento de la población, así como el fenómeno de la continua politización de la vida cotidiana y la defensa de la legitimidad republicana desde la misma retaguardia, en muchas ocasiones en manos de grupos que hasta entonces no habían estado tan implicados en política. En este sentido, uno de los problemas abordados en la retaguardia murciana en este tiempo fue el de la mendicidad, frecuente en este momento ante la escasez y las dificultades provocadas por la contienda.

Para ello, la Asistencia Social del Frente popular creo un Asilo de Asistencia Social con el fin de combatir contra este problema, acogiendo a los mendigos y ayudándoles a satisfacer sus necesidades básicas y dándoles la oportunidad de aprender un oficio y así abandonar la vida en la calle. Para esta labor, se ubicó el Asilo de Asistencia Social en el antiguo Convento de las Claras de Murcia que en Julio de 1937, acogía a unos 200 vagabundos. Además se creó un taller de carpintería y un colegio donde se daba educación a 25 niños desfavorecidos, lo que también nos da una idea de la importancia que dio la República, incluso durante la guerra, a la eduación y la cultura (poner imagen del convento de las claras).


             Monasterio de Las Claras, Murcia. [Imágen Extraída de Google Imágenes].

También, a través de la Consejería de Abastecimientos se intentó en todo momento, aunque en muchas ocasiones sin éxito asegurar la llegada de abastos y víveres a todos los municipios de la región y frenar la creciente especulación en torno a estos productos de primera necesidad. Pero otro gran esfuerzo humanitario sobre el que centraremos nuestro interés será el de la acogida de población civil evacuada de otras zonas ocupadas o amenazadas por el ejército nacional, los refugiados de la Guerra Civil.

En Murcia, para hacer frente a este desafío se creó en Noviembre de 1936 el Comité Provincial de Refugiados bajo el amparo de todos los partidos del Frente Popular y que habilitó puntos de acogida como el denominado “Largo Caballero”, que se encontraba en la calle Quintería. Además otras instituciones locales colaboraron en las ayudas a esta población refugiada como el propio Ayuntamiento, que en 1937 habilitó la Tienda de Asilo de Nuestra Señora de la Fuensanta como el Comedor de Asistencia Social para proporcionarles alimento y servir como albergue o la Sección Refugiados del Consejo Provincial de Asistencia Social, constituido en Murcia por orden del ministerio de sanidad en Marzo de 1937. También es interesante reseñar la labor de los Comités Locales de Refugiados de distintos municipios de la región como el de Jumilla, creado en Noviembre de 1936, el de Lorquí que hacia Abril de 1937 atendía a 178 refugiados o el de Bullas, creado también en Noviembre de 1936 y que hacia finales de Febrero de 1937 prestaba ayuda a 381 refugiados.

Por último, también es interesante reseñar la labor caritativa de organismos que además de realizar dicha labor, fueron un apoyo para la legitimación republicana desde la retaguardia, tales como Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), Socorro Rojo Internacional (SRI) y Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA). Por tanto la pertenencia a estos organismos serían al término de la contienda un motivo de represalia por parte del nuevo régimen franquista. La SIA formó un Consejo Local en Murcia el 14 de Noviembre de 1936 y contaría con un local en la calle Frenería, en los dos años siguientes repartirían gran cantidad de víveres entre la población murciana y habilitarían en el antiguo Seminario de la ciudad un Comedor Social que daba unas 500 comidas diarias. Sin embargo, el SRI será el que mayor cantidad de afiliados tendrá en Murcia, con su domicilio local en la Calle Salzillo nº7 y con Comités Locales en varios municipios, gracias al SRI, funcionaron 14 hospitales durante la guerra y se enviaron importantes cantidades de víveres y ropa a los frentes.

Para saber más:

GONZÁLEZ MARTÍNEZ, CARMEN: Guerra Civil en Murcia: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Universidad de Murcia, 1999.

martes, 10 de diciembre de 2019

El patrimonio de la Guerra Civil y la Ley de Memoria Histórica


Cuando hablamos de patrimonio nacional, la mayoría de las personas pensarán en monumentos de relieve, símbolos característicos de la historia de nuestro país como la catedral de Burgos, el acueducto de Segovia o el Teatro Romano de Mérida, entre otros muchos. Pero todos estos tienen en común el pertenecer a una etapa remota de la historia de España. Y la mayoría de la población coincidirá en considerar patrimonio a estos grandes monumentos, en torno a los cuales existe una mayor concienciación social sobre la importancia de conservarlos, protegerlos e incluso aprovecharlos económicamente en tanto que son símbolos históricos de nuestro país y nuestra cultura.

Sin embargo, cuando se trata de un patrimonio mas reciente, perteneciente a la historia de nuestro siglo XX, la situación es bien distinta y mas aún con el patrimonio perteneciente a la Guerra Civil. Ya que, a nivel general, un reducido número de personas tendrán en cuenta la importancia de conservar este patrimonio perteneciente a nuestra historia reciente. Pero además, a nivel académico también existe un llamativo contraste en nuestro país, ya que, si desde el punto de vista bibliográfico y de la investigación, la Guerra Civil es uno de los aspectos mas tratados. La arqueología de la Guerra Civil y la protección del patrimonio de la misma son dos aspectos muy atrasados.

Por tanto nos encontramos con una situación en la que nuestra sociedad aún recuerda fervientemente la Guerra Civil, grabada en la memoria oral que se ha ido transmitiendo desde entonces, una guerra que a menudo se utiliza incorrectamente como arma política en la actualidad y que hasta no hace mucho seguía manteniendo dividida a España. Sin embargo el patrimonio de dicha guerra sigue siendo a día de hoy uno de los grandes desconocidos de nuestro pasado mas reciente, quizá por culpa de una Ley del Patrimonio Histórico Español, la de 1985, que margina los bienes patrimoniales de antigüedad inferior a cien años, por una arqueología de la Guerra Civil embrionaria que aún no tiene claros sus objetivas o por una falta de concienciación social sobre la importancia de este patrimonio. Yo, personalmente considero este problema como resultado de la conjunción de las tres anteriores.

De la Guerra Civil, tenemos por tanto gran cantidad de documentación escrita y gráfica, sin embargo estamos dejando que desaparezca el contexto físico en el que se desarrollaron sus acontecimientos y estamos dejando pasar una oportunidad de oro para conocer mejor aspectos de la vida durante la guerra, mediante proyectos arqueológicos en lugares que albergaron los frentes de la guerra o en contextos interesantes de la retaguardia mediante una correcta documentación, excavación, conservación y acondicionamiento para que sirvan como fuente histórica y didáctica para ampliar nuestro conocimiento sobre este periodo histórico.

En este sentido, aunque aún queda mucho por hacer, la Ley de Memoria Histórica del 26 de Diciembre de 2007, en su afán de “ reconocer y ampliar derechos y establecer medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura” supuso, durante el gobierno del líder del entonces líder del PSOE, Jose Luis Rodríguez Zapatero, un impulso institucional para la protección de este patrimonio y desde entonces, se desarrollaron algunos proyectos, principalmente en forma de asociaciones ajenas al ámbito académico que excavaron fosas de represaliados durante la guerra y la dictadura, pero también proyectos arqueológicos como el de Casas del Canal (Villa de Vallecas, Madrid).

Llegados a este punto, y a modo de reflexión personal, me parece una triste realidad que este patrimonio esté tan poco considerado. Muchos de nosotros, somos nietos o hijos de personas que vivieron esta cruenta guerra, ya fuera en retaguardia o combatiendo en el frente, incluso, aunque cada vez menos, aún quedan personas que vivieron la guerra en sus carnes o que pueden dar un testimonio oral valiosísimo sobre ella, por ello no logro entender el desinterés general de conservar este patrimonio que nos ayudará a entender mejor cómo vivieron la guerra nuestros antepasados, no de un pasado remoto, sino recientes, personas que en muchas ocasiones hemos llegado a conocer y que nos han contado historias de la Guerra Civil.

Para saber más:

G.F. JULIÁN Y N.C. ÓSCAR: Ley de Memoria Histórica: Estrategias Para Recuperar y Comunicar el Patrimonio de la Guerra Civil Española, Asociación Espacios para la Memoria (AEP), Madrid, 2011.

AMALIA PEREZ-JUEZ, JORGE MORÍN, RAFAEL BARROSO, MARTA ESCOLÁ, ERNESTO AGUSTÍ, MARIO LÓPEZ, FERNANDO SÁNCHEZ: El patrimonio arqueológico de la guerra civil. La protección de espacios asociados a la guerra civil española. XXII Congreso Nacional de Arqueología. 2004.



martes, 3 de diciembre de 2019

Contexto de la Guerra Civil en Murcia


El objetivo de esta entrada es crear una base y describir el contexto sobre el que tratarán la mayoría de las publicaciones en este blog. Para ello es importante tener en cuenta y conocer el papel que desempeñó la Región de Murcia en la Guerra Civil y fratricida que se desarrolló entre Julio de 1936 y Marzo de 1939 y que enfrentó a España en dos bandos, nacional y republicano. Y es que nuestra Región desempeñó un importante papel como enclave estratégico de la retaguardia republicana, con ciudades que tuvieron un importante protagonismo como Cartagena, en la que se encontraba buena parte de la flota republicana o los aeródromos de los Alcázares y San Javier.

En este aspecto, es necesario resaltar la importancia de Cartagena como enclave militar de la retaguardia murciana republicana. De hecho, muchos autores coinciden en ver a Cartagena como el punto crucial de la resistencia republicana del sureste y con una gran importancia en el apuntalamiento del frente de la Andalucía oriental de Granada y Jaén, al que la Región de Murcia y Cartagena con un papel destacado destinaron una importante cantidad de efectivos y de recursos. El Arsenal de Cartagena durante la guerra lo componían varias instalaciones como la Sociedad Española de Construcciones Navales, el cuartel de Marinería, el cuartel de Guardias de Infantería Marina, la Base de Submarinos, los servicios de Ingeniería Naval , la Escuela de Buzos y Submarinistas de la Armada, una estación de telegrafía de vital importancia y grandes depósitos de municiones y combustible. Por último, fuera del Arsenal se encontraban también los servicios de Intendencia de la Armada y la Jefatura de la Base.

Además, entre todas las dotaciones de marinería Cartagena contaba con entre 6000 y 7000 efectivos. Una importante cantidad si tenemos en cuenta que la dotación total de la Armada Española en 1936 ascendía a 26000 hombres. En Cartagena también se encontraban dos flotillas de destructores, una flotilla de submarinos, otra flotilla de torpederos y diversos barcos de transporte y salvamento, además de un formidable sistema defensivo de baterías costeras que defendieron con gran efectividad a la ciudad durante toda la guerra de la aviación enemiga y que contaba con potentes piezas de artillería como los Vickers de 38,1 cm, obuses de 24 cm y cañones medios de 15cm. También cabría destacar a Cartagena como campo de pruebas de las aviaciones alemana e italiana que Hitler y Mussolini pusieron a disposición del ejército nacional, sufriendo en sus carnes continuos bombardeos durante la guerra que dejaron una abultada cantidad de víctimas y que minaron la moral de la Cartagena republicana.

Pero a pesar del papel preponderante de Cartagena en este fragmento de retaguardia, la Región de Murcia contaba con otros enclaves de importancia militar, que si bien de menor importancia, son igualmente reseñables. La Región de Murcia formaba parte de la III División orgánica del Ejército Republicano, la cual tenía cuartel en Valencia bajo la dirección del General Fernando Martínez Monje, región militar que estuvo bajo control republicano hasta el final de la guerra. Por lo que a las anteriores fuerzas descritas y aposentadas en Cartagena habría que sumarles las siguientes. El 6º Regimiento de Infantería Ligera de Murcia, el Regimiento de Infantería Sevilla nº34, la base de polimotores de Totana, la Base Aeronaval de San Javier o Base de Hidros de la Armada, en la que se encontraba el grueso de la fuerza aérea de Región con 27 aviones torpederos Vickers, la flotilla de bombarderos Savoia y Dornier y la escuadrilla de entrenamiento. En cuyo su recinto se encontraba la Escuela de Aeronáutica Naval. Por último, también en el aeródromo de los Alcázares, donde tenía sus instalaciones la Escuela de Tiro y Bombardeo estaban la escuadrilla Dornier y la escuadrilla Y-2.

En cuanto a la contribución de Murcia a los principales frentes de la Guerra Civil. Podemos decir que la Región de Murcia participó en la creación de las Brigadas n.º 6, 20 y 23 y en la del 3º Batallón de Voluntarios. La 6º Brigada Mixta combatió en los frentes de Madrid, Granada, Teruel y Belchite entre 1936-1937 y en los del Ebro y Extremadura en 1938. La 20º Brigada Mixta luchó en los de Córdoba y Extremadura y la 23º Brigada en los frentes de Madrid, Jarama, Ebro y Cataluña. Por su parte, el Batallón de Voluntarios estuvo destinado en Madrid durante toda la contienda.

Finalmente, aunque la Región de Murcia no albergó ningún frente de guerra activo durante su transcurso, el acercamiento a la Murcia Republicana durante esta y su estudio nos permiten conocer diferentes aspectos de la guerra en retaguardia. Aspectos sociales, políticos y económicos que se vieron fuertemente alterados por la guerra y que podemos ver reflejados en la sociedad murciana. En la intensa actividad de los colectivos de izquierdas del Frente popular y de la población civil fuertemente politizada, en la violencia y la represión contra los disidentes de la República y que se manifestó de formas diversas y en los profundos cambios económicos con una nueva economía orientada a sostener la guerra.

Para saber más:

MARTÍNEZ LEAL, JUAN: República y Guerra Civil en Cartagena (1931-1939), Universidad de Murcia, 1990.